El fallecimiento se ha dado a conocer por un comunicado de la editorial Penguin publicado en sus redes sociales

Mortadelo y Filemón, los tan divertidos como incompetentes agentes de la TIA, se han quedado huérfanos, al igual que otros personajes inolvidables como el botones Sacarino, Tete Cohete, la familia Trapisonda, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio o todos los vecinos del conocido edificio del 13 Rue del Percebe. Francisco Ibáñez, el autor español más vendido de todos los tiempos, ha fallecido a los 87 años de edad, tal y como explica un comunicado publicado en las redes sociales de la editorial Penguin. Todavía no se han dado a conocer las causas de su muerte.

“Nos deja el enorme legado de su lucidez, sentido del humor y más de 50.000 páginas con personajes memorables que han hecho felices a un gran número de lectores”, ha escrito la editorial en Twitter.

Nacido en 1936, en Barcelona, se inició como colaborador en la editorial Bruguera, en revistas como Pulgarcito, Tío vivo o El DTT. Su fama le llegaría con la creación de sus dos personajes más populares en 1958, Mortadelo y Filemón, que protagonizaron historias cortas durante una década, contando cada vez con más páginas hasta que en 1969 apareció El sulfato atómico, la historia más valorada por los aficionados junto con otras como Valor… ¡Y al toro! (1970), Los invasores (1973) o El Antídoto (1973). El éxito de esta dupla de detectives ha hecho que sus aventuras -compuestas por más de doscientos álbumes- y la de otros amigos como el profesor Bacterio, el Súper o la secretaria Ofelia se hayan traducido a más de quince idiomas y se hayan adaptado a diferentes proyectos audiovisuales como películas de animación e imagen real o incluso videojuegos.

Presentando una narrativa lineal y un alto nivel de detalle en el dibujo y planteando situaciones más serias, los primeros cómics homenajeaban a autores europeos del momento, como a André Franquin o Pierre Culliford, aunque este estilo duraría como tiempo. La serie daría paso a historias contadas de forma episódica donde la comedia basada en chistes fáciles, la violencia física y la habilidad de Mortadelo para disfrazarse -presente desde los inicios, pero exagerada con el paso de los años hasta convertirse en un recurso casi mágico- se convertirían en la seña de identidad de la colección. Las portadas y algunas páginas interiores, especialmente aquellas de una sola viñeta repletas de personajes, conservarían la esencia de aquella breve pero brillante etapa más próxima al cómic europeo.

A pesar de esta estructura recurrente, que se inició en Los diamantes de la duquesa, la supervivencia de la serie se debe la adaptabilidad de Ibáñez, que ha llevado a sus personajes a tramas actuales, como los mundiales de fútbol -escenario donde se desarrolla su humor más salvaje-, la crisis de la caja B del Partido Popular o incluso la pandemia, por mencionar algunas de las más actuales. La inclusión de elementos recientes ha hecho de Mortadelo y Filemón una serie atemporal que salta de generación en generación y que ha popularizado insultos como “batracio”, “gaznápiro”, “percebe”, “catástrofe con gafas” o el inolvidable “burricalvo”.

A pesar de que desde los años 70 solo se dedicó a dibujar historietas de los agentes de la TIA, también son inolvidables el resto de los personajes que creó en los inicios de su carrera. Ibáñez ha recibido multitud de premios por su trabajo, como el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona (1994), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2002) o la Cruz de Sant Jordi (2021).

 

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