Terminan las Navidades y por fin aquellos que trabajamos en comercio podemos volver a respirar. ¡Menudo locurón que son las últimas y primeras semanas de cada año!
Hoy os quiero traer algunas de las experiencias para que, sin dolor de pies, sintáis cómo nos sentimos los trabajadores de tiendas de cómics en plena campaña navideña. Tal vez, gracias a esto, empecéis a vernos con otros ojos.
Regalo estrella este año: Baby Yoda electrónico. No os hacéis a la idea de la cantidad de veces que habré repetido “no, lo siento, no nos queda”. ¿50 veces? ¿100 veces? Por lo menos varias veces cada día.
¿Qué ha pasado con Naruto? Pues que lo han puesto en Netflix, ni más ni menos. Una nueva generación acaba de descubrir a este ninja rubio y ahora todos han pedido algo como regalo. Lo siento, señora, pero esa balda vacía de allí hace dos semanas tenía decenas de productos. Ya no nos queda nadita. Y no va a volver porque está agotado internacionalmente.
El señor/señora que te viene el 3 de enero y te hace sentir culpable porque justo ese producto que te pregunta (que suele ser o Baby Yoda electrónico o algo de Naruto) es lo único que le había pedido su hijo/hija. ¡Pues haber venido antes!
“No lo tengo y no me va a venir”. La frase más demoledora de las Navidades junto con “hasta abril no nos vuelve a entrar”.
El que te viene a comprar “lo que sea” el 5 de enero. Lo siento sinceramente por aquel niño que en Papá Noel recibió un Funko Pop de Locutus del Gears of War, pero te juro que intenté explicarle a tu padre que no creía que eso te fuera a gustar.
Esas adorables señoras mayores que se esfuerzan y vienen con toda su buena intención y los nombres escritos como pueden para buscar un regalo para sus nietos. Creen que van a sonar ridículas por no saber qué es Kimetsu No Yaiba, pero en realidad sólo están demostrando que son las mejores abuelas del mundo. ¡Un beso enorme a todas ellas!
Mención especial al paquete que te llega el 4 de enero con muchas cosas que sabes que la gente está buscando. ¡Otro beso enorme a los trabajadores de paquetería que lo hacen posible!
Las colas en la puerta. Mi peor pesadilla. Con la limitación de aforo en El Árbol Blanco nos hemos quedado con un aforo de 7 clientes. Esto hacía que en hora punta los días clave llegáramos a tener hasta 30 personas esperando por fuera para entrar. Algo que nos ha traído el CoVid es una forma de trabajar que llamamos “hacer puerta”: salir al pasillo a preguntar y atender desde fuera de la tienda. ¿Para qué vas a hacer cola si estás buscando el Baby Yoda electrónico que se nos agotó hace tres semanas?
Las risas absurdas. Ya sea por el cansancio, ya sea por la de horas que te pasas con tus compañeros, al final todo te hace gracia. El cansancio los últimos días hace que tengas los sentimientos a flor de piel y yo termino tomándomelo todo a risa.
No ves casi a tus seres queridos en estos días. Al final, cuando estás en una tienda te pasas en campaña de Navidad allí metido y casi no ves a nadie. Y cuando libras, estás tan cansado que sólo te apetece dormir. Esto es lo peor que tiene todo esto.
Este trabajo es, muchas veces, cansado. Quien me conozca sabe que durante las Navidades no existo para nadie porque la tienda me absorbe. Pero una vez pasa, una vez te da tiempo de descansar, vuelve a merecer la pena cada segundo que pasas allí dentro.