Déjame Pensarlo

25 diciembre, 2020

¡Nosotros rocanrolearemos siempre!

Crítica de Siempre tendremos 20 años, de Jaime Martín

Siempre tendremos 20 años (2020)
Guión: Jaime Martín
Dibujo: Jaime Martín
Color: Jaime Martín
Norma Editorial

Los ochenta fueron una mierda, que nadie se engañe. A pesar del bombardeo por saturación al que nos somete Netflix con series como Stranger Things o Black Mirror (el episodio más delicioso de la serie, San Junipero, es una carta de amor al look ochentero), en esa década hubo algo más que un desmedido amor por la música pop, las hombreras y los peinados extravagantes. Las secuelas de la transición, la crisis alimentaria del aceite de colza, la polémica entrada de España en la OTAN, los estragos de la heroína, la amenaza de los misiles intercontinentales que aseguraban la destrucción mutua de las dos superpotencias, unos disparatados índices de desempleo, el servicio militar obligatorio o el tricloroetileno derritiendo cerebros en fase de desarrollo son solo algunos de los problemas que las trampas de la memoria y la mitificación de la Movida Madrileña han silenciado.

Aunque por entonces palabras como asertividad o resiliencia no estaban de moda, las ganas de vivir se abrían paso al tiempo que surgían tribus urbanas que plantaban cara al mundo con los pocos recursos de los que disponían. Hace unos años, un meme de Internet bromeaba con la preocupación que un profesor sentía al asistir a la supuesta extinción de los heavis de instituto. ¿Quién no los recuerda? ¿Quién no intentó ser uno de ellos? Hijos de esa época convulsa, gozaban de un prestigio mayor que el del resto de los outsider, demostrando su inconformismo con melenas descuidadas y chupas de cuero que les daban un aura de tipos duros. Siempre tendremos 20 años podría catalogarse como un documental que narra la forja, el esplendor y el ocaso de estos personajes tan populares durante la década de los 80 y los 90, pero es mucho más que eso. Este cómic autobiográfico de Jaime Martín es la prueba de que la inseguridad y la ansiedad del día a día no son males endémicos de los milennials y las generaciones que llegaron detrás, sino que es algo universal.

Aunque crecer es complicado y nadie puede rocanrolear eternamente (y si no que le pregunten a Homer Simpson), relativizar es obligatorio. A medida que avanzamos en su lectura, el cómic recoge las luces y las sombras con las que conviven Jaime y su pandilla, desde la infancia hasta la madurez, y como al final un aura de positividad se antepone a las peores situaciones a las que nos encontramos al hacernos mayores. Pero que nadie se engañe: Siempre tendremos 20 años debería venderse con prospecto ya que, sin llegar a ser crudo ni recrearse en la desgracia, es una obra que invita a la reflexión y que puede dejarte noqueado si estás pasando una mala época.

Sobre el buen hacer de Jaime Martín poco hay que decir, ya que es un tipo que conoce el medio a la perfección. La página donde nos cuenta sus desventuras en la fiesta de disfraces logra arrancarnos una carcajada gracias a un gag estructurado de forma cinematográfica, y la secuencia de viñetas donde una hoguera que se extingue en la playa augura el final de una época es sencillamente genial. «Nos veremos a menudo», dice alguien fuera de plano intentando convencerse de que el grupo siempre estará unido mientras la llama se consume para dar paso a la oscuridad. Lástima que, quizás por la dictadura de lo políticamente correcto, el autor tenga que aclarar que un chiste que hizo en 1980 sobre la crisis del aceite de colza o que la portada del irreverente Sangre de barrio son inapropiadas a día de hoy, aunque son dos detalles que no enturbian el conjunto de la obra.

Ahora que parece que el cómic biográfico es una moda, nadie debería dejarse engañar por el planteamiento de Siempre tendremos 20 años. Si bien puede costar entrar en la historia, en pocas páginas uno queda atrapado por una narrativa magistral que, parafraseando a uno de los profesores de Jaime Martín, esconde detrás una gran historia. Barón Rojo no se equivocaba: larga vida al rock and roll.

Ilustración de Jaime Martín para la contracubierta de Siempre tendremos 20 años

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