Imágenes, volúmenes y, además, palabras

6 julio, 2021

Imágenes, volúmenes y, además, palabras

6 julio, 2021

Blazing combat

Blazing combat

Ignoro quién dijo que la “guerra hace grande a las personas que las libran”, pero, tras cada día que permanezco en este mundo, asumo que quien la pronunció estaba terriblemente equivocado. La guerra es la peor de todas las situaciones vitales posibles y luchar en cualquier contienda supone, para quienes allí combaten, tener que sufrir una degradación ética, moral y personal que les acarreará secuelas de por vida. Luego poco importan los discursos, las medallas y los eslóganes patrioteros. El recuerdo y las incesantes pesadillas de quienes debieron padecer tal calvario  los acompañarán de por vida y no hay ni himno, ni bandera, ni soflama que puedan llegar a curarlo.

Y es que el mayor problema para una sociedad como la nuestra es que hay naciones que han hecho del ardor guerrero una suerte de enseña nacional y todo aquel que use desafiarla es, inmediatamente, tachado de cobarde y antipatriota. Quienes piensan así, se regodean con la imagen de los cementerios llenos de lápidas, la sangre que tiñe los campos de batalla y los mármoles que llenan plazas, edificios y parques de todo el mundo. Claro que luego se olvidan de las caras, los nombres y el desgarrador sufrimiento de quienes perecieron, en muchos casos, no por el obstinado fuego del enemigo, sino por los errores de quienes presumen de ser la “inteligencia militar” en cualquier conflicto bélico.  

Esa misma inteligencia fue la que, durante años, erró en los campos de batalla de Europa y Asia durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Luego trasladó sus errores, primero, hasta Corea, y, una década después, hasta Vietnam, la guerra que nunca fue declarada. Hoy en día es posible leer los estudios de quien pensaba que primero Corea y luego Vietnam serían una suerte de paseo militar para las tropas estadounidenses y sus aliados, ignorando una realidad que se tornó en incesante pesadilla.

Dicho esto, los errores se borran de los libros de historia, se censuran en los medios de comunicación y luego sólo quedan las gestas para declamar en los momentos en los que se iza la bandera, al son de la música marcial y las celebraciones patrióticas. No les será difícil entender, por lo tanto, lo que les ocurre a quienes osaron enfrentarse a dicha forma de pensar, en este caso, en el mundo gráfico.

Partiendo del supuesto anteriormente citado, debo empezar diciendo que estas líneas tienen razón de ser tras la publicación del tomo recopilatorio de la serie bélica gráfica Blazing Combat por parte de Norma Editorial en nuestro país. No obstante, es de recibo afirmar que, sin Entertaining Comics y sus series bélicas Two-Fisted Tales y Frontline Combat -sin olvidar, además, aquellas historias publicadas en otras cabeceras de la misma editorial, pero que igualmente tenían relación con la guerra y sus consecuencias- Blazing Combat nunca hubiera llegado a existir. O por lo menos, no con el talante con el que lo hizo.

Las series bélicas de Entertaining Comics -E.C. Comics- no sólo dejaron al aire las vergüenzas de una sociedad polarizada por la guerra de Corea y la demencial “caza de brujas” del senador Joseph Raymond McCarthy (1908-1957) y quienes le rodearon, sino que pusieron en evidencia el gusto de la sociedad bien pensante norteamericana, encantada de hablar de la guerra mientras los jóvenes y veteranos de la Segunda Guerra Mundial morían en los campos de batalla del país asiático en que se desarrolló la contienda de la que más se hicieron eco las publicaciones de la editorial de William Maxwell Gaines (1922-1992). Sus historias, cargadas de un tono ácido, duro y moralizante -tono que luego desarrolló la serie Blazing Combat– atacaban la quintaesencia del militarismo más rancio, retrógrado y criminal, aquel que tan bien retratara Stanley Kubrick (1928 -1999) en su sensacional e imprescindible Senderos de Gloria (1957), al igual que lo es el trabajo del actor Kirk Douglas (Issur Danielovitch; 1916-2020) dentro de dicha producción cinematográfica.  

No es de extrañar que, llegado el momento, quienes orquestaban la degenerada cacería de los desafectos para con las reaccionarias reglas por las que se querían canalizar de los desvaríos totalitarios de una parte de la sociedad norteamericana pusieran su punto de mira en las historias escritas por Harvey Kurtman (1924-1993) y Albert Bernard Feldstein (1925-2014), y en sus críticas a una guerra, la de Corea, que, lejos de ser la misión de paz orquestada por la ONU, suponía una excusa para enseñarle los dientes al bloque soviético y sus aliados, en los albores de la “guerra fría”.

Relatos tales como “Kill”, publicado en el número 23 de la serie gráfica Two-Fisted Tales (septiembre/ octubre 1951), o “The Patriots”, en las páginas de Shock SuspenStories# 2 (abril/ mayo 1952), debieron remover las entrañas de quienes desayunaban con el himno nacional, antes de ver la cotización de sus acciones en las empresas armamentísticas de la época.1

De ahí que, una vez encontrado el cáncer -en este caso, E.C. Comics-, no pararan hasta lograr cerrar sus puertas, un suceso que contó con el beneplácito del resto de la industria gráfica. Por mucho que se quiera descargar las culpas en los mismos protagonistas de siempre, la industria gráfica del momento estaba muy molesta por el auge y el éxito de la editorial que fundara Maxwell Charles Gaines (Max Ginzberg 1894-1947) décadas atrás.

Una cosa similar le ocurrió después a Blazing Combat, serie que fuera censurada y boicoteada por el ejército norteamericano y los mismos distribuidores, presionados por el estamento militar y por quienes no quieren que nadie cambie en su “mundo perfecto”. Corría el año 1965, cuando aún Vietnam no se había convertido en la debacle que luego fue. Ni a la administración del presidente Lyndon Baines Johnson (1908-1973), ni a nadie del Pentágono, le gustaba la idea de una serie gráfica en la que, lejos de alabar los esfuerzos de los Estados Unidos de América por ayudar al corrupto gobierno títere de Vietnam del sur -acosado por los desvaríos expansionistas y comunistas del presidente Hồ Chí Minh (Nguyễn Sinh Cung; 1890-1969) y sus tropas- se contaba todo lo contrario.2

La iniciativa de la nueva serie partió del editor James Warren (James Warren Taubman; 1930-)3, y del guionista Archie Goodwin (1937-1998)4, un tándem creativo que supo recoger, de manera ejemplar, debo añadir, el testigo cedido por William M. Gaines, Harvey Kurtman y Al Feldstein. Por añadidura, la nueva serie contó con casi la práctica totalidad de autores que ya habían colaborado en E.C. Comics, tanto en las series bélicas como en otras series publicadas por el sello de Gaines en los años cincuenta. Nombres tan sólidos dentro de la industria gráfica como lo podían ser, entonces y ahora, Eugene Jules “Gene” Colan (1926-2011), George R. Evans (1920-2001), Dwight Graydon «Gray» Morrow (1934-2001), Joseph “Joe” Orlando (1927-1998); Alexander “Alex” Toth (1928-2006); Alfonso “Al” Williamson (1931-2010); Wallace Allan “Wally” Wood (1927-1981); John Powers Severin (1921- 2012); Russell “Russ” Heath Jr. (1926-2018), además del irrepetible Frank Frazetta (Frank Frazzetta;1928-2010) -autor de las portadas de los cuatro números publicados- apoyaron una idea que volvió a resquebrajar el militarismo imperante y omnipresente de los Estados Unidos de América en aquellos instantes de la historia contemporánea del pasado siglo XX.

Historias tales como “¡Paisaje!” y “¡Viet-Cong”! (Archie Goodwin & Joe Orlando); “Enemigo” y “Misión de resistencia” (Goodwin & John Severin) o “Tira y afloja” (Goodwin & Russ Health) continuaban allí donde las series que escribiera, casi de manera exclusiva, Harvey Kurtman, lo habían dejado, una década atrás, con tanta o más intensidad que sus antecesoras.

Entre medias, se encontraban relatos tales como “¡Conflicto!” (Goodwin & Eugene Colan) o “¡Ventaja!” (Goodwin & Alex Toth), que daban una imagen mucho más humana de la que el mismo ejército podría llegar a dar por medio de su departamento de relaciones públicas, aunque éstas estuvieran rodeadas de otras historias tachadas de subversivas y políticamente incorrectas por parte de los altos mandos militares estadounidenses.

Al final, Blazing Combat cerró, abruptamente, tras solamente cuatro números, meses antes de que la escalada bélica en Vietnam se fuera multiplicando de manera exponencial y sin posibilidad de dar marcha atrás, en especial con la llegada del megalómano y desmedido Richard Milhous Nixon (1913-1994) al Despacho Oval, en el mes de enero del año 1969.

El tiempo, al final, pone a cada cual en su sitio, y si quieren un ejemplo que ratifique esta última afirmación piensen en la publicación, en 1971, por parte de los rotativos The New York Times y The Washington Post de lo que hoy se conoce como “Los papeles del Pentágono” (Report of the Office of the Secretary of Defense Vietnam Task Force).5

Al presidente Richard Nixon, el tiempo, aquello que sucedió en el complejo de apartamentos Watergate y el trabajo de la redacción del periódico The Washington Post y de sus máximos responsables, Katharine Meyer Graham (1917-2001); Benjamin Crowninshield Bradlee (1921-2014); Carl Bernstein (1944-) y Robert Upshur Woodward (1943-)6, terminaron por expulsarlo de la Casa Blanca.

Hoy en día nadie duda de la validez de las historias publicadas en las páginas de Blazing Combat, así como del legado de la editorial Entertaining Comics. Sin embargo, hay quienes siguen sin aprender las lecciones que aporta la Historia y se empeñan en defender un mundo antiguo en vez de apostar por uno nuevo. Mejor que quienes piensan así se leyeran las tres últimas viñetas de “Viet-Cong” (Goodwin & Joe Orlando), magnífico e incontestable epílogo para todo lo anteriormente dicho, y luego reflexionaran sobre las bases sobre las que se apoyan sus creencias…   

“Esta guerra no se parece a ninguna otra guerra en la que haya participado el ejército americano antes… ¡No se pueden utilizar las tácticas, ni las reglas de antaño! Todos cometemos errores, ¡estamos aprendiendo!… Pero, por nuestras vidas… Espero que no estemos aprendiendo demasiado tarde.”

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2021

© & ™ 2021, Williams M. Gaines, Agent, Inc. All right reserved.

© 1965-66 Warren Publishing, Co.

© 2021 Fantagraphics.

Edición española © Norma Editorial, 2021

Notas:

1-. Para más información sobre las series gráficas bélicas publicadas por la editorial Entertaining Comics, así como el trabajo de su máximo impulsor, les recomiendo los siguientes libros: Kurtzman, H. (2012). Corpse on the Imjin and Other Stories (1st ed.). Fantagraphics y Kitchen, D., Buhle, P., & Shearer, H. (2009). The art of Harvey Kurtzman. The MAD genius of comics (1st ed.). Harry n. Abrams, Inc.

2-. Hastings, M. (2019). La guerra del Vietnam. Una tragedia épica, 1945–1975 (1st ed.). Editorial Planeta S.A.

3-. Para más información sobre el trabajo de James Warren, así como de las gráficas publicadas por la editorial Warren Publishing, les recomiendo el siguiente libro: Schelly, B. (2019). James Warren, Empire of Monsters: The Man Behind Creepy, Vampirella, And Famous Monsters (1st ed.). Fantagraphics.

4-. Para más información sobre el trabajo, la impronta y el legado de Archie Goodwin, les recomiendo el siguiente número especial de la revista Comic Book Profiles: Williamson, A., Warren, J., Colan, G., Toth, A., Austin, T., Chadwick, P., Simonson, L., Kaluta, M., Workman, J., Simonson, W., Loeb, J., Robinson, J., Levitz, P., Carlin, M., O´Neil, D., Truman, T., Dixon, C., & Wheatley, M. (Summer 1999). A tribute to Archie Goodwin. Comic Book Profiles, 4–74.

5-. McNamara, R. S., & VanDeMark, B. (1996). In Retrospect: The Tragedy and Lessons of Vietnam (1st ed., Vol. 1). Vintage Books.

6-. Bernstein, C., & Woodward, B. (2005). All the President’s Men. Pocket books, a division of Simon & Shuster, Inc.

Frontline Combat #10 (1953). Portada de John Severin & Bill Elder.

Two-Fisted Tales #30 (1952). Portada de Jack Davis (lápiz y tinta) y Marie Severin (color).

Blazing Combat #1 (1965). Frank Frazetta y Ben Oda (tipografía y diseño del logotipo).

Blazing Combat #1 (1965). Portada para la edición española publicada por Norma Editorial obra de Frank Frazetta y Ben Oda (tipografía y diseño del logotipo).

Blazing Combat #3 (1966). Portada de Frank Frazetta y Ben Oda (tipografía y diseño del logotipo).

Blazing Combat #3 (1966). “Special Forces!”. Archie Goodwin y Joe Orlando.

Blazing Combat #3 (1966). “Survival”. Archie Goodwin y Alex toth.

Blazing Combat #3 (1966). “U-boat”. Archie Goodwin y Eugene Colan.

Blazing Combat #3 (1966). “Souvenirs!”. Archie Goodwin y John Severin.

Blazing Combat #4 (1966). Ilustración para la portada de la cuarta entrega de la colección, obra de Frank Frazetta y Ben Oda (tipografía y diseño del logotipo).

En recuerdo de Alfonso Azpiri

En recuerdo de Alfonso Azpiri

La primera vez que coincidí con Alfonso Azpiri Mejía (1947-2017) fue en el año 1989, durante la presentación del primer tomo recopilatorio de las aventuras de Mot, publicado por Pequeño País/Altea. El escenario de dicho encuentro, una céntrica y frecuentada librería...

¿Cuál fue el primer cómic que leí de John Romita Sr.?

¿Cuál fue el primer cómic que leí de John Romita Sr.?

Llevo todo el día de hoy tratando de recordar cuál fue el primer cómic dibujado por John Victor Romita Sr. (1930-2023) que llegué a leer, pero, mientras buscaba en mi mente el título en cuestión, me di cuenta de lo estéril de dicha propuesta. Crecí en una época y en...

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies