Imágenes, volúmenes y, además, palabras

4 mayo, 2021

Imágenes, volúmenes y, además, palabras

4 mayo, 2021

Carta abierta a George Walton Lucas Jr.

Carta abierta a George Walton Lucas Jr.

La verdad es que no sé si debería escribir una carta como ésta. Lo más idóneo sería una demanda por los agravios a los que se ha visto sometida mi vida y la de toda una generación, desde 1.977 hasta ahora. Parece que fue ayer, cuando todo parecía ir bien… Hasta que un fatídico día nos dio por ir a ver una película que cambiaría nuestras vidas para siempre.

Sé que suena muy extremo, muy “de película”. Sin embargo y por extraño que pueda parecer en un país como éste, tan poco amigo de la fabulación, salvo con los rancios fines moralizantes de antaño, unos niños encontraron una nueva creencia, sentados en las butacas de unos cines, hace tres décadas.1

Y, sí, el causante es usted, señor Lucas, con su galaxia muy, muy lejana. Nada nos podía preparar, en un mundo que todavía veía el futuro tan lejano como la galaxia donde se desarrollaba la película, para el cúmulo de sensaciones y vivencias que estábamos a punto de disfrutar cuando las luces se apagaran.

Sin darnos cuenta, empezamos a tomar partido por unos y por otros, luchando en una guerra contra la tiranía y la opresión, justo cuando nuestros pensamientos empezaban a distinguir el bien del mal. El malvado Imperio y su brazo ejecutor, Lord Vader, representaban todo aquello que nos impedía ser quienes queríamos ser, no importa el lugar. Mientras más opresor se mostraba en la pantalla, más luchábamos contra los que nos decían que estábamos locos por creer lo que allí se contaba. El mundo castiga a los soñadores y España no era, ni es, una excepción.

No obstante, nuestra fe era distinta a la que imperó durante cuatro décadas. Nuestros dioses se podían ver, sentir y escuchar. Éramos las nuevas generaciones y reclamábamos nuestro momento. Y de todo eso, de nuestras rebeldía y osadía, de nuestras convicciones y creencias y, sobre todo, de la capacidad de confiar en nosotros es usted responsable, señor Lucas.

Muchos le han acusado de no inventar nada, sólo refundir viejos conceptos y tradiciones de la antigüedad y envolverlas en una ambiente exótico y llamativo, pero esos mismos detractores se olvidan de cómo y cuándo lo hizo.

Lo hizo tomando como base una tremenda simplicidad en los planteamientos y desarrollándolos sin olvidar las personas que había tras ellos. Muchas personas pasan su vida buscando satisfacer unos preceptos que difícilmente se pueden abarcar, debiendo sacrificar su vida y todo lo que les rodea. Usted supo poner a la persona junto a las creencias, ni más arriba, ni más abajo. Y escogió un momento en el que los grandes movimientos culturales estaban en un periodo de adaptación, tras los convulsos años finales de la década de los sesenta y principios de los setenta.

Después se trajo consigo las grandes aventuras de su infancia y juventud, para el deleite de quienes sólo las conocíamos a través de la pequeña pantalla, y el paquete estaba completo. Había nacido Star Wars, La guerra de las galaxias, La guerre des étoiles, Guerre stellari, Krieg der Sterne, Csillagok háborúja, Tähtien sota, A guerra das estrellas… dependiendo del país donde hubieras nacido.

Fueron años de descubrimientos constantes, de carreras en pos de una entrada, de esperar interminables meses para conocer el desenlace de una historia que no parecía tener el final que todos deseábamos. Un final donde ganaban los buenos y, también, los malos. Un final en donde la ensoñación y los héroes, no importa el tamaño de éstos, estaban por encima de cualquier otra cosa.

Aquel era un tiempo más sencillo, bastante alejado de los tratos multimillonarios y los mercaderes de tres al cuarto que nos invadieron después.Un tiempo en el que uno se podía llevar casa a su personaje favorito, sin tener que soportar ninguna charla de quien consideraba mejor un adefesio de plástico que nunca debió de salir de una caja, que nuestro C3PO entero y sin taras. Y sé que la culpa ha sido nuestra, de todos los que hemos dejado que comercien con nuestros sueños sin importarnos que, con ello, un puñado de especuladores se convirtieran en millonarios.

Dicho esto, señor Lucas, usted tiene la responsabilidad del creador. La responsabilidad de preocuparse por que su creación se desvirtúe lo menos posible. Y déjeme que le diga que, en muchas ocasiones, no ha sido así.

Ha dado la sensación de que, en el empeño de perpetuar el recuerdo de su creación, ¡TODO VALE! sin pensar en las personas. Durante una etapa, lo único que se valoraba era el coste, desmesurado -que no real- de un trozo de plástico, cuyo final era una oscura estantería o una caja olvidada por su dueño, aunque éste podía estar tranquilo al ser consciente de su posesión. Cuando llegase el momento idóneo, sacaría pecho y presumiría de su despilfarro, en un sin sentido que no parecía ver la luz al final del túnel.

Ahora, 28 años después, ya en pleno siglo XXI, parece que las cosas están más tranquilas y quienes olvidaron cómo empezó todo comienzan a recordar sus orígenes. No negaré que hay un sector, radical y cercano al mismo concepto de secta, que defiende verdades absolutas donde sólo hay creencias individuales. Parece que se empeñan en recomponer los viejos esquemas en vez de disfrutar con los nuevos. La guerra de las galaxias es suya y sólo suya. Olvidan, los mentados necios, que el único poseedor del mito y su magia es usted, señor Lucas.

Se preguntará con qué criterio moral puedo lanzar estar afirmaciones, siendo yo un seguidor más de la saga, con los mismos defectos que a los que critico en estas líneas. Mi criterio se basa en el trabajo continuado sobre su legado, señor Lucas, tanto frente al teclado de un ordenador como hablando, organizando, montando y/o atendiendo propuestas directamente relacionadas con su universo. Han sido doce años estudiando, buscando claves y argumentos para contagiar a quienes me rodeaban del mismo entusiasmo que yo sentía por una historia. Por esa historia que ya hace 28 años que vi por primera vez y que continúo recordando con la misma claridad que entonces.2

Además, tengo muy presente que lo importante, al final de todo, es el momento en el que se apagan las luces y, tras los focos y la música de la Twentieth Century Fox Film Corporation, aparece el logotipo de LucasFilm, -su logo, señor Lucas-, segundos antes del comienzo de cualquier episodio de la saga.3

Entonces poco importará que tengas más muñecos, libros, carteles o regalos que una caja de cereales. En ese momento sólo hay cabida para la magia, el mito, la imaginación y la capacidad para creer en una historia concebida por un joven que cambió el mundo, sin darse mucha cuenta de ello.

Un mundo que le dijo cómo escribir su saga, de manera simple y sencilla, sin necesidad de los requiebros argumentales que persiguen a muchos guionistas de la actualidad. Y si no me creen descúbranlo viendo George Lucas in love (Joseph Nussbaum, 1999), el mejor cortometraje realizado sobre el universo del realizador californiano, con permiso de Imperio Oscuro: transición (David Rosales, 2001)

Ya ve, señor Lucas, usted es responsable de todo eso y mucho más, y aun así lo único que puedo decirle después de todos estos años es lo siguiente: ¡gracias por cambiarnos la vida y enseñarnos a ver la realidad con otros ojos!

© Eduardo Serradilla Sanchis, Barcelona/ Helsinki, 2005-2021

Star Wars © Lucasfilm Ltd & ™. All rights reserved. Text and illustrations for Star Wars are © 2021 Lucasfilm Ltd.

El poster de la película La guerra de las galaxias que se incluye en esta reseña fue el que se utilizó, en 1977, por la empresa española In-Cine/ Compañía Industrial Cinematográfica, perteneciente al grupo Impala, en aquellos momentos.   

Nota:

1-. Ya han pasado cuatro décadas, pero las sensaciones y los sentimientos siguen siendo los mismos, por lo menos, en lo que respecta al momento en el que fui a ver el Episodio IV y todo lo que vino después.

2-. En esos instantes, habían sido doce años. Ahora, más de veinte, siendo generoso conmigo mismo.

3-. Algo que ya no se volverá a producir tras la compra del estudio cinematográfico por parte de The Walt Disney Company durante el año 2019.

El poster de la película La guerra de las galaxias, fue el que se utilizó, en 1977, por la empresa In-Cine Compañía Industrial Cinematográfica/ Impala (España)  

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