Navegando a Moonfleet

18 abril, 2022

Chacal: crónica de un asesinato VS las cloacas del Estado:

Me propongo a comentar una película de Fred Zinnemann, un director del que he visto pocas cosas, pero siempre muy interesantes. Pensé en comentar Solo ante el peligro, filme que hace mucho tiempo que no veo y que hace poco recordé cuando estaba viendo El tren de las 3 y 10, por ser un wéstern psicológico muy similar en algún momento. Pero me ha ganado esta la nostalgia. Me puede, lo sé, ¿qué se le va a hacer? Recuerdo perfectamente a un compañero del colegio que decía que le entusiasmaba la novela de Frederick Forsythe. Ahora, con el tiempo, creo que no la había leído en su vida por dos motivos. El primero es que tenía solo 12 años y en esa época uno lo que lee, como mucho, son las novelas de Agatha Christie. El segundo es que solo me hablaba de la portada de la novela, nunca me comentó nada de la misma. Es igual, me sirvió para darme a conocer una historia que me llamó siempre la atención. Leí en su momento la novela y sí que me entusiasmó, aunque ahora casi no la recuerdo. En cuanto tuve la oportunidad de ver la película no me lo pensé. La vi por televisión (en aquella época en que ponían buenas películas).Desde entonces, la habré revisado en cinco o seis ocasiones más. Hacía ya unos cuatro o cinco años que no la veía y me la he visto de nuevo. Mejor dicho, he disfrutado de nuevo de una película que te mantiene en tensión de principio a fin, que narra con firme pulso una historia que, en manos de otro autor, sería simplemente una cinta de acción. De hecho, quedó patente en el remake realizado en el 97, o, mejor dicho, perpetrado por Michel Duncan-Jones con las caras de Bruce Willis y Richard Gere. Pero volvamos a lo bueno, que es lo que nos interesa.

Por si no recuerdan la sinopsis de la misma, se las copio:

“Año 1963. Chacal, un prestigioso asesino a sueldo cuya verdadera identidad nadie conoce, ha sido contratado por la OAS para llevar a cabo una arriesgada misión: asesinar al Presidente de la República Francesa, el general Charles De Gaulle. La novia de un paracaidista ejecutado por su pertenencia a la OAS es la encargada de proporcionar información sobre los movimientos del Presidente gracias a su relación con un miembro del servicio de seguridad de De Gaulle.”

Zinnemann presenta la película casi de forma documental, fría, sin tomar partido de los bandos del conflicto armado. Por un lado tenemos a las fuerzas de seguridad del Estado, un gabinete de crisis formado por el ministro del interior y las fuerzas asociadas (militares, policías, seguridad nacional, etc.). Para representar a todas y cada una de ellas tenemos al inspector encargado del caso, la persona que debe encontrar a Chacal y detener el intento de atentado contra De Gaulle. Lebel (interpretado por un magnifico Michael Lonsdale) es un hombrecillo gris, anodino, pero con una mente privilegiada dado su método de trabajo y su meticulosidad. Laborioso e incansable en su búsqueda. Él y su ayudante (un Derek Jacobi pre-Yo Claudio) serán las cabezas visibles del “bien”, de las fuerzas del Estado que buscan evitar el atentado. Pero el concepto “bien” está diluido entre lo que hoy se conocen como “las cloacas del Estado”. Las fuerzas de seguridad no dudan en usar la tortura, la fuerza y los métodos ilegales para conseguir detener a Chacal. En un momento dado del filme, somos testigos (oímos más bien) de la tortura de un detenido que cantará el nombre de Chacal. ¿Son métodos justificados para evitar un mal mayor? El filme y Zinnemann no juzgan, solo presentan los hechos para que nosotros, como espectadores, seamos quienes decidamos qué está bien y qué está mal en la lucha contra el terrorismo. Todo esto nos trae a momentos muy actuales. Solo debemos recordar qué ha pasado hace unos años, cuando se buscaba incesantemente al enemigo público número uno, Bin Laden, y somos conscientes de que la información obtenida de los prisioneros de Guantánamo no fue precisamente a base de buenas palabras e invitaciones. Me recuerda a las secuencias iniciales de “La hora más oscura” de la Bigelow, donde se mostraba lo que los americanos llamaban eufemísticamente “falsas torturas” (recomiendo la visión del filme por mostrar claramente lo que se hizo para capturar a Laden). Con todo esto quiero decir que no podemos sentirnos identificados con las fuerzas de seguridad ni con el comisario Lebel (Londsdale), por muy justificada que esté su labor.

En montaje paralelo, vamos viendo el recorrido de Chacal, un personaje sin más nombre interpretado por un hierático Edward Fox. Chacal está basado en el auténtico asesino, terrorista y mercenario venezolano Carlos Ilich Ramirez, pero poco tiene este Fox del real Chacal. El Chacal de Zinnemann es elegante, discreto, efectivo, británico, frío, metódico… Es una auténtica máquina de matar sin prejuicios ni pasión. Asesinar es solo un trabajo por el que se cobra. Zinnemann va presentando poco a poco la labor de Chacal, cómo va preparando el plan de asesinato, cómo idea y diseña el arma perfecta, cuándo va a realizar el atentado. Chacal es tan metódico como Lebel. Son las dos caras de la misma moneda. Pero tampoco podemos identificarnos con Chacal, es un asesino, aunque en algún momento el guion y el montaje del filme muestre al asesino como un ser perseguido que necesita llevar a cabo su misión. Las fugas, los momentos en que está a punto de ser detenido por la policía o por las aduanas, todo está rodado por Zinnemann como si de un héroe en peligro se tratara para crear una tensión necesaria en un filme que sobrepasa con creces las dos horas de duración. Insisto en que la película es fría en ese sentido. Muestra las dos caras de la misma moneda sin tomar partido y eso es lo más interesante de la película para mí, porque vemos esas dos versiones de la misma historia: la del asesino y la del inspector que lo busca; vemos cómo el tiempo corre vertiginosamente para ambos personajes. El día del asesinato se acerca. El inspector debe capturar a Chacal y Chacal debe cumplir con su trabajo…

En definitiva, Chacal es un filme que no ha perdido vigencia en muchos aspectos, tanto formales como de fondo. Un filme moderno en planteamiento, ritmo y montaje (secuencias paralelas, sentido del tiempo, voz en off, uso de lo que no se ve…), pero también vigente en el sentido de que narra una historia (cierto que creada por Forsythe, pero narrada por Zinnemann) que bien podría ocurrir hoy en día.

Recomiendo su revisión a todos aquellos que no la tengan muy fresca y su visión obligatoria a los que no la conozcan (cosa que dudo). Olvídense del remake y vayan a los orígenes. No se arrepentirán.

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