La primera vez que coincidí con Alfonso Azpiri Mejía (1947-2017) fue en el año 1989, durante la presentación del primer tomo recopilatorio de las aventuras de Mot, publicado por Pequeño País/Altea. El escenario de dicho encuentro, una céntrica y frecuentada librería especializada de la capital del país, hoy en día cerrada, se convirtió, durante unas horas, en una suerte de mini salón del cómic, una década antes de que Madrid tuviera su propio encuentro comiquero.
Lo que más me sorprendió fue la facilidad con la que el dibujante en cuestión, armado de un sencillo bolígrafo de color azul, me dibujó parte de un Mot como complemento a la dedicatoria que me incluyó en dicho álbum. En aquellos años, mi experiencia en el mundo del fandom se limitaba a visitar las dos librerías especializadas que había en Las Palmas de Gran Canaria -de forma asidua, debo añadir-, por lo que poder conocer a un dibujante de cómic en vivo y en directo supuso un paso de gigante en mi faceta de fan todavía “no profesional”.
Tres décadas después, disponiendo ya de un bagaje profesional relacionado con el mundo del cómic muchísimo más amplio que entonces, volví a contactar con Alfonso Azpiri para invitarlo a la octava edición del Festival de manga/Gran Canaria Comic-Can del año 2016, la cual tuvo lugar en noviembre de ese mismo año en las instalaciones del Recinto Ferial (Infecar).
Lo primero que quiero decir es que ojalá este tipo de negociaciones y/o conversaciones discurrieran siempre de la misma forma que en esta ocasión, porque, normalmente, no es así.
Hay quien piensa que invitar a alguien a un evento es una cuestión baladí y que, con escribir un email, a lo sumo dos, es suficiente. Sin embargo, el proceso puede llegar a durar hasta seis meses y, en la mayoría de los casos, ni siquiera tienes la más mínima seguridad de lograr tu cometido; es decir, que la persona acuda al mencionado evento.
Cuando me puse en contacto con Alfonso Azpiri -gracias, en mayor medida, a la intervención de su editor de entonces, Ricardo Esteban, responsable del magnífico tomo Azpiri y el cine-, todo este proceso fue muchísimo más sencillo. Además, pude hablar directamente, vía telefónica, con el dibujante -el terror tecnológico del WhatsApp todavía no estaba inventado-, una circunstancia que me permitió poder encontrar respuestas a muchas de las cuestiones que se plantean sin tener que pasar horas y más horas buscando en el desorganizado archivo que es Internet.
Al final terminamos hablando media docena de veces, sin contar todos los correos electrónicos en los que me respondió a otro tipo de cuestiones. Pasadas apenas tres semanas, Alfonso Azpiri confirmó su presencia en el evento grancanario. En este proceso, el autor me había llenado mis archivos de imágenes, textos y fotos junto con sus recuerdos, experiencias y con esa ilusión de fan “profesional” de la que siempre hizo gala.
De todas aquellas jornadas recuerdo, sobremanera, una en la que hablamos, mucho y bien, de otro Alfonso, Williamson (1931-2010). El dibujante colombiano pasa por ser uno de los artistas de mayor influencia dentro del noveno arte del pasado siglo XX y lo que llevamos de siglo XXI. A modo de curiosidad, Alfonso Azpiri tenía colgado en su estudio el original de una tira de prensa de Secret Agent Corrigan dibujada por su tocayo.
Después, juntos nos pusimos a “ver” las páginas del libro de la editorial Dibbuks, Azpiri y el cine. Ahí me enteré de muchísimas anécdotas, como por ejemplo de que su aportación al diseño del traje espacial del extraterrestre Ix, el cual lucía el actor y cantante Miguel Dominguín Bosé en la película de Fernando Colomo Gómez, El Caballero del Dragón (1985) se perdió en la “neblina de los tiempos”, por aquello de ser mesurado y más en un país como España, el cual ignora la validez del verbo preservar (Del lat. praeservāre.1. tr. Proteger, resguardar anticipadamente a alguien o algo, de algún daño o peligro.) y el significado de la palabra archivo (Del lat. archīvum, y este del gr. ἀρχεῖον archeîon.1. m. Conjunto ordenado de documentos que una persona, una sociedad, una institución, etc., producen en el ejercicio de sus funciones o actividades. 3. m. Institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de archivos y fondos documentales).
Lo siguiente en donde nos detuvimos fue en sus carteles para festivales de cine, en especial para la Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror de Estepona, y en sus diseños y carteles de películas tales como El Rey de la Granja (2002); Rojo Sangre (2004) o Extinction (2015).
No obstante, y no tengo ningún pudor en reconocerlo, la pièce de résistance de aquella larguísima conversación estuvo centrada en sus ilustraciones en homenaje a los grandes clásicos del cine de género, de entonces, de ahora y de siempre. Todas esas ilustraciones, desde el desasosegante Gabinete del doctor Caligari (1920); El Golem (1920); Las Valkirias (1924) y Metrópolis de Friedrich Christian Anton “Fritz” Lang (1890-1976) hasta llegar a La Máquina del tiempo (1960); King-Kong -sin importar el año de producción de la película, aunque, luego de hablar con el autor, la sombra de la versión del año 1933 es innegable- y la no menos impactante El planeta prohibido (1956) se me antojan como el mejor legado de Alfonso Azpiri a la memoria colectiva del séptimo arte contemporáneo.
Lo cierto es que, mientras escribo estas líneas, tengo en mi mesa de trabajo una figura a escala de la versión del año 1932 de la película La Momia, protagonizada por Boris Karloff (William Henry Pratt, 1887-1969), junto con la ilustración que el dibujante hizo en homenaje al icónico actor británico y al personaje que interpreta. Al verlas juntas, me gustaría pensar que quienes impulsaron todas estas producciones, en especial Carl Laemmle Jr. (1908-1979) -responsable de Universal Pictures cuando producciones como esta llegaron a los cines-, de haber coincidido con Alfonso Azpiri, le hubiesen encargado la tarea de ilustrar todas y cada una de las películas de género que dicho estudio produjo entre 1931 y 1935.
En mi caso particular, mis recuerdos siempre, siempre, estarán ligados al enorme y entrañable personaje de Mot y al misterio que encerraba aquel bolígrafo con el que Alfonso Azpiri lo dejó salir para que, desde hace más de tres décadas, me salude cada vez que entro en las páginas de aquel primer álbum recopilatorio con sus aventuras, aunque ya no pueda volverle a dar las gracias a su creador por su legado para la memoria colectiva de mi generación y todas las que han ido llegado después, sean estas conscientes o no de ello.
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2023.
El copyright © & ™ de las imágenes pertenece a los respectivos propietarios de las marcas y/o personajes que aparecen en las ilustraciones que acompañan a estas líneas.
Nota: En el año 2016, Alfonso Azpiri me cedió una selección de su trabajo para poder organizar una muestra presencial, la cual se pudo ver durante la celebración del evento Festival del manga/ComicCan del año 2016, en Gran Canaria.
Seis años después, y con consentimiento de su familia, una parte de dichas imágenes sirvió de base para organizar una exposición virtual que formó parte de las actividades que se incluyeron dentro del programa en el que España figuró como país invitado, dentro del salón del cómic de la ciudad de Helsinki del año 2021.
Meses después de la celebración de aquel evento, Santa Cruz Cómic también ofreció dicha exposición, dentro de su programa de actividades virtuales.
Este año, parte de aquellas imágenes, un total de veinticinco de ellas, se puede volver a ver en una muestra dedicada a Alfonso Azpiri y al recientemente fallecido artista gráfico Carlos Pacheco y que está englobada dentro del marco de las actividades de Fimucité -Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife-.
La iniciativa, impulsada por dicho evento, también ha contado con la colaboración de la Cátedra Cultural Moebius de la Universidad de La Laguna, la Asociación Unicornio, la Semana Internacional de Cine Fantástico De La Costa del Sol y Fundación para la Promoción y Estudio de la Narrativa en imágenes. Esta iniciativa ha contado con el consentimiento de la familia de Alfonso Azpiri, como en anteriores ocasiones.
Las imágenes que acompañan a esta reseña forman parte de aquellas que me envió Alfonso Azpiri, hace ya casi una década, y que ahora se pueden volver a ver en la muestra, anteriormente comentada.

R.A.M Portada para el videojuego comercializado por la empresa española Topo Soft en 1990.

Azpiri y el cine: Golem (1920) Dirigida por Carl Eduard Hermann Boese y Paul Wegener.

MOT Portada del segundo tomo integral de la editorial Planeta DeAgostini (2009) que recopila los álbumes New York, New York, ¿Nunca jamás? y El aprendiz de brujo.

Star Wars Yoda.