¿Qué es lo que se espera de un héroe mortal, no divino? ¿Solamente una conducta intachable, libre de cualquiera de los excesos que persiguen y castigan al común de los mortales? ¿O un héroe también puede demostrar, entre gesta y gesta, síntoma de debilidad, como cualquier ser humano?
En realidad, no creo que Egon Spengler se considere un héroe ni nada remotamente parecido, más si se tiene en cuenta su carácter esquivo y poco amante de ocupar la “primera página” después de haber salvado al mundo, una vez más, en clara contraposición con su socio y compañero de fatigas, el también doctor Peter Venkman.
No, Egon Spengler era una persona empeñada en conocer la verdad, sin reparar en gastos, y en defender nuestro mundo de cualquier amenaza sobrenatural, viniera de donde viniera, además de coleccionar mohos, esporas y hongos, no nos vayamos a olvidar. Y si, para ello, debía abandonar a quienes le rodeaban -para él era el precio que estaba dispuesto a pagar, por mucho que sus allegados no lograran entender la razón que motivaba sus actos-, así tenía que ser.
Quizás, la lucidez y el intelecto del que siempre hizo gala el doctor Spengler, una persona cuya única debilidad conocida eran las chocolatinas, frente al descaro del ya mencionado doctor Venkman y el carácter atribulado del igualmente académico Raymond Stantz, le acabó suponiendo el no saber comunicarse ni entenderse con las personas que le rodeaban, en especial con su hija Callie. Dicha circunstancia terminó por hacerle daño a todos los implicados por igual, aunque, la niña de entonces, madre de ahora, se acabó llevando la peor parte ante la abrupta pérdida de comunicación con su progenitor. Ni siquiera el pensar que su padre había “salvado el mundo” evitó que aquella niña terminara por verlo como una suerte de doctor Frankenstein de lo paranormal, obsesionado con el mundo de los espíritus, los fantasmas y los demonios del averno.
Todo ello explica que, tras la pérdida de contacto, Callie decidiera ignorar la figura de su padre una vez que sus hijos, Trevor y Phoebe, entraron en su ecuación vital. Así, educó a ambos como si su abuelo fuera una suerte de figura espectral, similar a las que Egon Spengler, sus dos compañeros de la academia, junto con la sin par ayuda de Winston Zeddemore, combatieron, todos juntos, en la ciudad de New York, no una, sino dos veces, en la ya lejana década de los años ochenta del pasado siglo XX.
El único problema es que la genética no suele coger atajos ni nada por el estilo. Phoebe, su hija pequeña, es una copia de su abuelo, en todos los aspectos, llegando, incluso, a utilizar el mismo modelo de gafas que utilizaba este, por mucho que su madre prefiera ignorar lo que es obvio con tan solo mirar a la joven. Además, la insaciable curiosidad y la frialdad ante lo que debería ser imposible con las reglas de la física en la mano, la presentan como el principal exponente del relevo generacional de quienes prometieron defender a los seres humanos de las amenazas llegadas desde la otra dimensión. Eso fue hace décadas, pero el mundo se olvidó del significado del símbolo que lucía el incomparable Ecto-1, aquel vehículo que se convirtió en algo más que un resolutivo medio de transporte.
Solo Egon Spengler continuó luchando contra las amenazas que seguían cerniéndose sobre la humanidad, exilado en la granja que poseía a las afueras de la ciudad de Summerville. Situada en el estado de Oklahoma, en medio de ninguna parte, Spengler tiene la fama de ser una especie de ermitaño excéntrico y paranoico. La realidad era, por otro lado, bien distinta, dado que el doctor se había trasladado hasta allí, junto con el legado y las herramientas de su gesta contra cierto demonio mesopotámico, para, precisamente, evitar que Gozer volviera a intentar conquistar nuestro planeta tras sus sucesivas y fallidas intentonas de antaño.
Sobra decir que, con el paso de los años, la soledad y la indefensión sufrida contra unas fuerzas que no se tomaban un momento de respiro terminaron por hacer mella en el investigador. En medio de una de tantas y tantas escaramuzas, su corazón decidió claudicar, por lo menos hasta que el anteriormente relevo generacional llegara para continuar allí donde él y sus compañeros de fatigas lo habían dejado, tres décadas atrás.
Salvo por los vídeos colgados en YouTube que le enseña el profesor Gary Grooberson, ciertamente excéntrico, pero apasionado sismólogo -empeñado en conocer la naturaleza de los seísmos que se suceden en aquella parte del país sin una explicación científica que los pueda explicar-; vídeos que le enseñan quién fue su abuelo y sus actividades heroicas; Phoebe deberá dejarse instruir por el legado espectral de su abuelo y por su innata capacidad científica ante un reto como lo pudiera ser el poner a punto una de las mochilas de protones, diseñadas por este, para capturar espectros.
Sin tiempo para mucho más, además de para involucrar a su “amigo” podcast, otro fan de las hazañas de su abuelo, y a su hermano mayor -quien repara Ecto-1 para descubrir que aquel coche es más que un coche… más bien diríamos que es un coche con mayúsculas-, solo queda aceptar un papel que tiempo atrás quedó vacante cuando ya nadie pudo llamar al 555-2368 y el mundo se quedó sin poder contar con la inestimable, inimitable e inigualable ayuda de los Cazafantasmas.
Y no se trata de un sentimentalismo trasnochado ni nada por el estilo. El mundo vuelve a estar amenazado, también con mayúsculas, y ¿a quién van a llamar si no?
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2021.
© 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 1: Janine Melnitz (Annie Potts) en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 2: Dr. Egon Spengler, Dr. Raymond «Ray» Stantz, Dr. Peter Venkman & Dr. Winston Zeddemore © 1984 Columbia Pictures, Delphi Films and Black Rhino Productions.

Imagen 3: Callie Spengler (Carrie Coon) y su hijo Trevor (Finn Wolfhard) en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 4: Phoebe Spengler (Mckenna Grace) en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 5: Gary Grooberson (Paul Rudd) en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 6: Trevor Spengler (Finn Wolfhard) and… en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 7: Trevor Spengler (Finn Wolfhard) tratando de poner a punto el Ecto-1, en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 8: El Ecto-1 en acción, en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 9: Phoebe Spengler (Mckenna Grace) y Podcast (Logan Kim) en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Imagen 10: Gary Grooberson (Paul Rudd) y Callie Spengler (Carrie Coon) en una imagen de la película Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.

Póster de Ghostbuster Afterlife © 2021 Columbia Pictures, BRON Studios (as BRON Creative); Ghostcorps, Sony Pictures Entertainment (SPE) and The Montecito Picture Company. All rights reserved.