Amazing Spider-man# 100 (FP: septiembre 1971) contiene la primera parte de La saga de los cuatro brazos, una aventura tan memorable como terrorífica en la que debuta Morbius (Michael), un villano de connotaciones trágicas a la par que románticas creado por Gil Kane y Roy Thomas, el guionista elegido por Stan Lee para cubrir su ausencia.
En realidad, la pretensión de Kane y Thomas es utilizar al mismísimo Drácula, dado que la flexibilización del Code (Comics Code Authority) permite volver a incluir vampiros en un cómic. Lee no quiere. Prefiere que Spider-man luche contra un villano nuevo. Kane aparece entonces con un vampiro vestido con su propio disfraz de villano y unos rasgos faciales basados en los del actor Jack Palance.1
La aventura empieza con Peter Parker en la disyuntiva entre su amor por Gwen y el odio que esta procesa a Spider-man, al que considera asesino de su padre. Peter decide, una vez más, abandonar su identidad heroica. Con esa intención desarrolla una fórmula que debería quitarle sus poderes. En lugar de eso, provoca que le crezcan cuatro brazos extra. En el camino por recuperar su humanidad se cruza con Lagarto (el doctor Curtis «Curt» Connors) y Michael Morbius. La acción continúa hasta el Amazing Spider-man# 102 (FP: noviembre 1971), un especial de treinta y cinco páginas con reminiscencias del filme La Mosca (The Fly. Kurt Neumann, 1958), o de las novelas de Drácula (Abraham Stoker, 1897) y El extraño caso del doctor Jekyll y Mister Hyde (Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde. Robert Louis Stevenson, 1886).
Todavía faltaban dos años para la fuerte irrupción de lo sobrenatural en el Universo Marvel y Stan Lee seguía empeñado en buscar orígenes racionales a sus personajes. Al igual que ocurre con los vampiros de la novela de Richard Burton Matheson, Soy Leyenda (I Am Legend, 1954), la maldición de Morbius tiene causas científicas. Lee, sin embargo, no puede evitar homenajear a Bram Stoker, uno de sus autores favoritos. Antes de llegar a la casa de verano de Curt Connors, en la cual se ha recluido Spider-man, Morbius ha estado alimentándose de los miembros de la tripulación de un barco, tal y como hiciera Drácula en su periplo desde Transilvania a Londres narrado en la novela de Stoker.2
Estos párrafos, escritos por Julián Clemente en dos de sus ensayos teóricos dedicados al personaje de Spider-man (1997 y 2002, respectivamente), sirven, de manera clara y precisa, para definir al doctor Michael Morbius dentro del entramado gráfico de la editorial Marvel.
El atormentado personaje, tal y como muy bien se encarga de recalcar The Official Handbook of Marvel Universe, en su entrega número catorce –Book of the dead and inactive II-, resulta ser una suerte de “vampiro con alma”, un Angelus, antes de que Joseph Hill Whedon y David Greenwalt decidieran darle carta de naturaleza al segundo para su serie de televisión Buffy the Vampire Slayer (1997-2003).
Cierto es que Morbius no es, en el sentido más estricto de la palabra, un vampiro como lo pudiera ser el celebérrimo conde Drácula, personaje que también terminaría formando parte del panteón gráfico de la Casa de las Ideas. Dicho esto, su necesidad de ingerir sangre humana para paliar la deficiencia genética que padece lo emparenta con un “chupasangre” al uso, aunque, en realidad, ese sea su único parentesco. El devenir vital del personaje se centra, entre encontronazo y encontronazo con el héroe de turno, en especial, con Spider-man, en tratar de encontrar una cura para su dolencia.3
Dicho todo esto e incidiendo en algunas cosas de las que ya hace mención Julián Clemente en los párrafos con los que empieza este artículo, sería bueno detenernos en la siguiente afirmación: “En realidad, la pretensión de Kane y Thomas es utilizar al mismísimo Drácula, dado que la flexibilización del Code (Comics Code Authority) permite volver a incluir vampiros en un cómic.”
Para aquellos que todavía no lo sepan, el Comics Code Authority o Code, en su versión abreviada, fue un código de conducta y/o deontología profesional que redactó la propia industria gráfica para defenderse del acoso al que estuvo sometida, desde finales de la década de los años cuarenta y el primer lustro de la siguiente década del pasado siglo XX. La situación estaba orquestada por parte de los sectores más conservadores y puritanos de la sociedad de los Estados Unidos de América y, no nos olvidemos, por parte de las grandes editoriales de libros que veían peligrar su estatus en el mercado. Además, el Code se redactó, casi de forma exclusiva, para terminar con la hegemonía que la editorial que fundara Maxwell Charles Gaines (1894-1947) y de la que luego se hiciera cargo su hijo William Maxwell Gaines (1922-1992) ejerció sobre el mercado durante más de un lustro. Entertaining Comics o EC Comics inundó las estanterías y los rincones de las casas de la mayoría de los ciudadanos de la llamada “tierra de la libertad” con supuestas historias de terror que, en realidad, ponían en solfa todos y cada uno de los eslóganes acuñados sobre los Estados Unidos de América, en especial tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Los redactores del Code, entre otras muchas barbaridades, prohibieron expresamente que las palabras “Terror” y “Horror” figuraran en ninguna portada de ningún cómic que quisiera ser aprobado por el órgano regulador, aunque se tratara de un órgano censor, con todas sus letras. Los hombres lobo, los muertos vivientes y/o zombis y los vampiros también estaban prohibidos, entre otras muchas cosas.4
Al final, el Code no solamente obligó a cerrar la editorial de Will Gaines, poco después de su aprobación, sino que a punto estuvo de acabar con la propia industria gráfica, lo cual hubiera sido del agrado de muchos sellos editoriales “respetables” de entonces y ahora.
Con lo que no contaban sus principales instigadores es que una productora de cine británica, Hammer Film Productions Ltd., fundada en 1934, se encargaría, dos décadas después, de “resucitar” a los grandes personajes clásicos del terror universal literario; es decir, al barón Víctor Frankenstein y a su creación; al conde Drácula; al profesor Abraham Van Helsing y al resto de secundarios que pululan a su alrededor, a imagen y semejanza de lo que había hecho el estudio Universal en la misma década en la que nació la compañía británica.
La historia del séptimo arte nos cuenta que, a partir de 1955, casi se diría que coincidiendo con la aprobación del Code, Hammer Films empezó a estrenar títulos tales como The Quatermass Xperiment (Val Guest, 1955); The Curse of Frankenstein (Terence Fisher, 1957); Dracula/ Horror of Dracula (Terence Fisher, 1958); The Mummy (Terence Fisher, 1959); The Curse of the Werewolf (Terence Fisher, 1961); Dracula: Prince of Darkness (Terence Fisher, 1966); The Plague of the Zombies (John Gilling, 1966) y Frankenstein Created Woman (Terence Fisher, 1967), sólo por citar algunos de los más reconocidos e imperecederos en la memoria de los espectadores. Por ende, Hammer Films añadió un elemento del que no dispuso Universal Pictures cuando rodó sus grandes clásicos del terror cinematográfico, el color.
No me quiero olvidar de otros títulos tan válidos como lo pueden ser Night of the Demon (Jacques Tourneur, 1957, una producción de Sabre Film Production/ Columbia Pictures) y Night of the Living Dead (George Andrew Romero, 1968), primera piedra de toda la mitología del “muerto viviente” más contemporáneo, con permiso del director francés del primer título, responsable también de I Walked with a Zombie (1943) quien, dos décadas antes, ya empezó a pavimentar el terreno.
Los responsables del Code y la misma sociedad lograron aguantar toda la década de los años cincuenta sin dar su brazo a torcer, tanto en los cómics como en otras tantas expresiones artísticas, incluyendo la recién nacida televisión. El problema vino en la década siguiente, marcada por una generación mucho más rebelde y menos conservadora que las anteriores, cuyos integrantes empezaron a demandar nuevas formas de entretenimiento y que, de una forma u otra, empezaron a mirar hacia el pasado. Así empezaron a conocer lo que el estudio Universal y la editorial EC Comics le habían aportado a la sociedad del momento, además de consumir lo que llegaba “allende los mares”, como pudieran ser las películas de Hammer Films.
Por todo ello, al Code no le quedó otra que flexibilizar sus moralistas y retrógradas normas y permitir que esos mismos clásicos de la literatura universal que estaban siendo adaptados en el Reino Unido en formato cinematográfico pudieran tener una traslación en el mercado gráfico norteamericano. Quienes no lograron la “gracia” de los censores fueron los “muertos vivientes”. Dicho esto, con el tiempo y el esfuerzo de George Romero, Dario Argento (1940-) o Lucio Fulci (1927-1996), poco importó la opinión de quienes seguían viendo el mundo en blanco y negro y en dos dimensiones, solamente.
En 1971, quince años después de su aprobación, muchas de las reglas escritas se cambiaron, flexibilizaron y/o derogaron, por lo menos, sobre el papel. La influencia del Code y su espíritu coercitivo, no obstante, estaban lejos de desaparecer. Lo mejor de todo es que, ese mismo año, sus responsables fueron el blanco de todas las críticas posibles de recibir por parte de una institución de estas características. Esto ocurrió cuando negaron el permiso para publicar una historia de Spider-man, desarrollada entre las entregas 96 y 98 de dicha cabecera gráfica.
Lo que hoy se conoce como “La trilogía de las drogas” surgió como una iniciativa del Departamento de salud, educación y bienestar del gobierno norteamericano para tratar de paliar el descontrolado consumo de estupefacientes entre buena parte de los segmentos de la población de los Estados Unidos de América, sobre todo entre los de menor edad. Stan Lee recogió el guante enseñado por el organismo gubernamental y escribió una historia en la que el vecino arácnido ve cómo su amigo Harry Osborn, hijo del magnate tecnológico Norman Osborn, se convierte en un adicto a una de las sustancias de moda en aquellos momentos, el LSD (LSD. Del al. LSD, sigla de Lysergsäurediäthylamid ‘dietilamida de ácido lisérgico’. 1. m. Sustancia alucinógena que se obtiene de alcaloides presentes en el cornezuelo del centeno.), y todo lo que ello conlleva.
Incluso el mismo J.J.Jameson y Joseph “Robbie” Robertson se juramentan para denunciar, desde la tribuna que les ofrece el rotativo Daily Bugle, “Que las drogas no son un problema exclusivo de los barrios pobres, sino que alcanzan tantos a los ricos como a los desheredados del mundo”.
Sin embargo, el Code se negó a dar su aprobación a una historia como aquella, por mucho que la petición hubiese llegado desde donde llegó. Ante tal sinsentido, Marvel Comics y Stan Lee decidieron publicar esas tres entregas sin el sello del organismo censor, con el peligro de que los envíos volvieran devueltos, y sin abrir, tal y como le sucedió a Will Gaines una década antes.
Sobra decir que aquellos tres números fueron todo un éxito. O que los responsables del organismo censor cosecharon uno de esos ridículos que, en un mundo un poco más coherente, hubiera desembocado en la derogación total de aquel infame panfleto puritano y demencial que se llamó Comics Code Authority y de todos los que tuvieron que ver con su misma redacción.
Entenderán, por lo tanto, que el escenario en el que debutó Morbius no fuera el mejor para un personaje tintado de un romanticismo más propio del barón George Gordon Byron (1788-1824) que de un personaje de cómic de principios de la década de los años setenta, del pasado siglo XX. Incluso “los ropajes” con los que se presenta en su debut y que, con algunas variaciones, han permanecido iguales en las décadas siguientes poseen ese poso de antigüedad frente a los escenarios en donde desarrollará sus peripecias vitales en el universo Marvel.
Quizás, por todo lo expresado anteriormente, Morbius nunca ha sido uno de esos personajes conocidos por todos los lectores de la Casa de las Ideas. Dicho esto, sus encuentros con Spider-man y el haber formado parte del elenco de invitados de la cabecera Adventure into Fear (1970-1975) junto con Man-Thing y Howard the Duck, cuando esta ofreció nuevas historias y no solamente reediciones de material anteriormente publicado, terminaron por otorgarle un estatus entre quienes estaban empezando a descubrir los cómics de género tras los años en los que estos fueron prohibidos.
Morbius nunca ha sido un “superventas” en el sentido más literal de la palabra, ni alguien en el que las nuevas generaciones enganchadas al Marvel Cinematic Universe (MCU) pensaran como candidato para formar parte de una nueva película que ir a ver, independientemente de qué estudio ofreciera la propuesta.
Morbius, respetando unas bases previas sobre las que construir un discurso cinematográfico, permitía ir un paso más allá y tratar de contar lo que en los cómics se insinuó sin entrar en profundidad en el tema en cuestión o, directamente, nunca se trató. Eso sí, estaba claro que el mundo atormentado en el que el doctor Michael Morbius debía moverse en la pantalla no debía entrar en conflicto con su origen gráfico y con sus posteriores motivaciones. De hacerlo, el encanto y buena parte de las referencias que, de tanto en tanto, aparecen en sus historias gráficas, desaparecerían. No había problema en dejarse en el tintero el rótulo que aparecía en la portada del Amazing Spider-man# 101 “A Monster called… Morbius”, dado que no hay nada más lejos de la verdad.
Con todo esto presente, el libreto escrito para la película -la cual tuvo un largo proceso de producción, al igual que de fecha de estreno, entre otras cosas, por el estallido de la pandemia-, buscó una suerte de bíblico enfrentamiento entre dos hermanos adoptivos, Michael y Milo, a imagen de los hijos de Adán y Eva, Cain y Abel. Por su parte, el personaje de Martine Bancroft ya no es aquella pareja ajena a los intentos de Michael Morbius por encontrar una cura a su dolencia, sino una científico, tan inteligente y decidida como el doctor con quien trabaja. Estamos en el siglo XXI y ya no hay tiempo para “damiselas en apuros”. Si Michael Morbius quiere ayuda, nadie mejor que Martine Bancroft. Y más cuando Milo se encuentra cerca, queriendo reclamar la misma cura que Michael lleva tanto tiempo buscando, pero sin la misma ética de la que hace gala su hermano científico.
Tampoco podemos olvidarnos del doctor Emil Nicholas, una figura paterna para ambos “hermanos”, pero con una ética profesional que le impide traspasar las líneas que tanto Michael como Milo Morbius están dispuestos a traspasar. Si por él fuera, las cosas hubieran cambiado y de forma bien distinta, lo que hubiese dibujado un futuro muy diferente para sus protegidos, en vez de desembocar en el escenario en el que todos se encontraban, más que interpretando un papel, atrapados por el libreto.5
Lo cierto es que, llegado el momento, cuando el proceso empírico que conlleva un experimento logre evaluar y confirmar la hipótesis de ambos investigadores -no de la forma en la que deseaba la pareja-, las palabras que escribiera Abraham Stoker terminan por regresar hasta la memoria de quienes están familiarizados con su obra, al igual que con la película Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (1922) y su director Friedrich Wilhelm Murnau.
Todo lo demás termina siendo una carrera contra el tiempo de quien quiere no solo limpiar su nombre sino encontrar, de verdad, lo que lleva décadas buscando. Encima, en este universo marveliano, los personajes no cuentan con una Jennifer Walters que los defienda mientras Matthew Michael «Matt» Murdock trata de volver a abrir su despacho de abogado, cosa que todavía le llevará su tiempo conseguir.
Morbius no es una película de un personaje de Marvel tal y como estamos acostumbrados a ver. Eso, está claro, no ha gustado a los puristas y a quienes demuestran la misma ignorancia sujeta por los endebles alfileres de las redes sociales que, como mucho, les otorgan unos “conocimientos a nivel de usuario” y poco más.
Queda por saber cuál será el futuro del doctor y de su pareja, tras el encuentro del primero con el desmedido Adrian Toomes, pero para eso deberemos esperar. Por lo menos hasta que Peter Parker ponga en orden su destartalada existencia…
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2022
© 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment.
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Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.
Notas:
1-. Jack Palance (Volodymyr Palahniuk, 1919-2006) fue un actor norteamericano que se distinguió por sus roles de tipo duro y de villano. Recibió tres nominaciones de los premios Oscar, en la categoría de Mejor Actor Secundario, por su trabajo en Sudden Fear (David Miller, 1952) y Shane (George Stevens,1953). Consiguió el Oscar 40 años más tarde, por su papel en City Slickers (Ron Underwood,1991).
2-. Clemente, J. M., & Guzmán, R. (1998). Spider-man. Biografía no autorizada. (1st ed.). Alberto Santos Editor., y Clemente, J. M., & Guzmán, R. (2002). Spider-man. Bajo la máscara. (1st ed.). T. Dolmen Editorial.
3-. Sanderson, P., Harras, R., Lerer, M., Grant, S., Lofvers, D. A., & Gruenwald, M. (1984, March). Morbius. The Official Handbook of The Marvel Universe. Book of the Dead and Inactive II, 1(14), 5.
4-. CODE OF THE COMICS MAGAZINE ASSOCIATION OF AMERICA, INC.
Adopted October 26, 1954
General standards—Part B
1°. No comic magazine shall use the words «horror» or «terror» in its title.
5°. Scenes dealing with, or instruments associated with walking dead, torture, vampires and vampirism, ghouls, cannibalism, and werewolfism are prohibited.
The Code was revised a number of times during 1971, initially on January 28, 1971. Among the changes»vampires, ghouls and werewolves… when handled in the classic tradition such as Frankenstein, Dracula, and other high calibre literary works written by Edgar Allan Poe, Conan Doyle and other respected authors whose works are read in schools around the world».
5-. Lucien «Milo» Morbius es un personaje basado en Michael Morbius y Loxias Crown/ Hunger. Es el hermano de Michael y también sufre la misma enfermedad de la sangre que Michael, lo que le convierte en vampiro, luego de recibir la misma fórmula que el científico se inyecta. El padre adoptivo y mentor de los hermanos, sobre de Michael, es el Dr. Emil Nicholas, mientras que en el cómic original quien ayuda a Michael Morbius en sus experimentos es el personaje de Nikos.

Amazing Spider-Man# 101 (1971). Portada: Gil Kane, John Romita y Artie Simek. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

Amazing Spider-Man# 101 (1971). Thomas/ Kane/ Giacoia/ Simek. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

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Amazing Spider-Man# 102 (1971). Thomas/ Kane/ Giacoia/ Mortellaro/ Simek. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

Amazing Spider-Man# 102 (1971). Thomas/ Kane/ Giacoia/ Mortellaro/ Simek. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

El doctor Michael Morbius (Jared Joseph Leto) en una imagen de la película Morbius © 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

La doctora Martine Bancroft (Adria Arjona Torres) y El doctor Michael Morbius (Jared Joseph Leto) en una imagen de la película Morbius © 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

El doctor Michael Morbius en plena huida (Jared Joseph Leto) en una imagen de la película Morbius © 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

Milo Morbius (Matthew Robert Smith) en una imagen de la película Morbius © 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

El doctor Michael Morbius, justo antes de empezar a entender dónde se esconde el secreto de su curación (Jared Joseph Leto) en una imagen de la película Morbius © 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

Poster del estreno de la película Morbius en Finlandia © 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.

Poster promocional de la película Morbius © 2022 Columbia Pictures and Marvel Entertainment. All Marvel Characters and the distinctive likeness(es) thereof are Trademarks & Copyright © 1941 – 2022 Marvel Characters, Inc. ALL RIGHTS RESERVED. Michael Morbius en una creación de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel Comics.