Imágenes, volúmenes y, además, palabras

8 octubre, 2021

Imágenes, volúmenes y, además, palabras

8 octubre, 2021

NO TIME TO DIE (Cary Joji Fukunaga, 2019-2021)

NO TIME TO DIE (Cary Joji Fukunaga, 2019-2021)

Los seres humanos creemos, erróneamente, que tenemos “todo el tiempo del mundo” cuando, en realidad, es todo lo contario. Nuestra existencia es finita y las posibilidades de lograr sólo la milésima parte de lo que nos proponemos durante el breve instante en el que permanecemos en el planeta Tierra resultan tan improbables como quiméricas, en la mayoría de los casos.1

Es cierto que hay personas que, de una forma o de otra, logran doblegar el estricto e implacable dictado del cálculo probabilístico y apostar, dos veces consecutivas, al mismo número de la ruleta, ganando en ambas ocasiones. Sin embargo, estos no son “legión”, sino una suerte de anomalía cósmica que, algunas veces, llega a poner en entredicho el mismísimo funcionamiento de nuestro universo, tal y como lo concebimos. 

Uno de esos seres que se ha empeñado, una y otra vez, en desafiar a la misma lógica que rige el funcionamiento del cosmos es el comandante de la marina real británica (Royal Naval Reserve) James Bond, miembro, a su vez, del servicio de inteligencia de su país, el MI6 (Secret Intelligence Service).

Curtido y maleado en la deleznable y ambigua “guerra fría”, Bond es de esas irrepetibles personas capaces de adaptarse y sobrevivir donde los demás sucumben, merced a una mezcla de determinación, osadía y de un arrojo tan temerario e imparable que haría palidecer al mismísimo Lancelot du Lac.

Quizás, por ello, su personalidad siempre ha estado marcada por una suerte de crepúsculo vital, el cual parece envolver a quienes gustan de vivir cada día de su vida como si fuera el último de todos y, por supuesto, sin tan siquiera reparar en las consecuencias de sus actos. Todo esto no debería ser, a priori, un problema, de no ser por aquellos momentos en los que, en su vida, se cruza alguien capaz de desmontar, o casi diría demoler, todos y cada uno de sus argumentos vitales, circunstancia para la que el agente secreto con licencia “para matar” no suele estar preparado.

Y no lo está, porque es, en esos momentos, cuando, quiera o no, deberá bajar la guardia y, entonces, todos los que le rodean, para bien o para mal, aprovecharán para encontrar esa fisura en su rocosa personalidad que le hace permeable a los mismos sinsabores a los que estamos expuestos el resto de los seres humanos convencionales. Esos momentos están, por regla general, marcados por el nombre de una mujer tan decidida, avasalladora y osada como lo pudiera ser él mismo, dispuesta a luchar hasta el final por lo que considera que está a su alcance.

Poco importa el nombre, sea este el de Teresa «Tracy» Draco, Vesper Lynd o Madeleine Swann. De una u otra forma, todas ellas han ayudado a construir ese puente forjado por el cinismo, el descontento y la desesperación, que, por momentos, ha llevado al comandante Bond a recorrer aquellos meandros existenciales que desencadenaron en la locura decimonónica que persiguiera a los colonizadores africanos de antaño.

El agente secreto 007 sabe que la vida de los seres humanos está, en realidad, sepultada por una desasosegante escala de grises de la que ningún vehículo sobre ruedas pudiera, siquiera, esquivar, por muy bien que este pudiera estar equipado… Quizás dicha máxima sea la que explique su desesperada huida hacia delante, cuando toda la humanidad recomendaría todo lo contrario.

Incluso sus acérrimos enemigos coinciden en que su tiempo ha pasado. Ya no hay líneas que cruzar, ni banderas que defender, ni sacrosantas ideologías por las que dejarse arrastrar. Hoy en día cualquiera puede ser un líder demoníaco y con la llave para destruir la vida sobre nuestro planeta, siempre que la red de redes le suministre suficiente información. Atrás quedan las organizaciones que buscaban dominar el planeta según unas reglas forjadas al calor de la confrontación, el oscurantismo y el valor de la sangre derramada por sus acólitos. Ahora, sólo quedan los fantasmas, los espectros desdibujados de los que, un día, pensaron ser los líderes del caos y la anarquía.

Ni tan siquiera ahora uno ha de esconderse, pues la pantalla de un ordenador sirve para enmascarar cualquier tropelía, al igual que sirve para desarrollar la llave que pudiera poner en solfa nuestra misma convivencia.

Llegados a este punto, todo, en realidad, termina siendo una cuestión de tiempo. Una cuestión del tiempo que se tenga para vivir, una cuestión del tiempo que se tenga para decidir y una cuestión del tiempo que se tenga para actuar en consecuencia, aunque estas cosas no le pasaran a quien te precedió en el cargo.

Las cartas que hay son las que están sobre la mesa -como los números en la ruleta-, ni más ni menos, y puede que este sea el instante preciso para volver a desafiar al cálculo probabilístico, a los astros y a la “lógica” de los seres humanos, por muy ilógico que todo esto pueda llegar a sonar en la cabeza de quien esté leyendo estas líneas.

¿De verdad merece la pena un riesgo tan alto? Sí, siempre que se tenga en cuenta que lo que se tiene al alcance de la mano es, ni más ni menos, todo el tiempo del mundo.  

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2021.

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James Bond es una creación de Ian Lancaster Fleming (1908-1964)

Nota:

1-. «We Have All the Time in the World» is a James Bond theme and popular song sung by Louis Daniel Armstrong (1901-1971). Its music was composed by John Barry Prendergast (1933-2011) and the lyrics by Harold “Hal” Lane David (1921-2012). It is a secondary musical theme in the 1969 Bond film On Her Majesty’s Secret Service (Peter Hunt), the title theme being the instrumental «On Her Majesty’s Secret Service», also composed by Barry. The song title is taken from Bond’s final words in both the novel and the film, spoken after the death of Teresa “Tracy” Bond, his wife. Louis Armstrong was too ill to play his trumpet therefore it was played by another musician. John Barry chose the trumpeter and vocalist because he felt he could «deliver the title line with irony» (John Barry. On Her Majesty’s Secret Service audio commentary. On Her Majesty’s Secret Service Ultimate Edition, Disc 1: MGM Home Entertainment. © 2006 Metro-Goldwyn-Mayer Studios, Inc.

Rami Malek stars as Safin in NO TIME TO DIE, an EON Productions and Metro-Goldwyn-Mayer Studios film. Credit: Christopher Raphael © 2021 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED.

Léa Seydoux stars as Dr. Madeleine Swann in NO TIME TO DIE, an EON Productions and Metro-Goldwyn-Mayer Studios film. Credit: Nicola Dove © 2021 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED

Daniel Craig as James Bond and Ana de Armas as Paloma in NO TIME TO DIE an EON Productions and Metro Goldwyn Mayer Studios film. Credit: Nicola Dove © 2020 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED.

Daniel Craig as James Bond and Jeffrey Wright as Felix Leiter in NO TIME TO DIE an EON Productions and Metro Goldwyn Mayer Studios film. Credit: Nicola Dove© 2020 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED.

Lashana Lynch stars as Nomi in NO TIME TO DIE, an EON Productions and Metro-Goldwyn-Mayer Studios film. Credit: Nicola Dove © 2021 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED

Daniel Craig as James Bond. Pictures: Nicole Dove © 2019 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED.

Rory Kinnear stars as Tanner, Naomie Harris as Moneypenny and Ralph Fiennes as M in NO TIME TO DIE, an EON Productions and Metro-Goldwyn-Mayer Studios film. Credit: Nicola Dove © 2021 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED.

Léa Seydoux as Dr. Madeleine Swan on the set of NO TIME TO DIE, an EON Productions and Metro-Goldwyn-Mayer Studios film. Credit: Nicola Dove © 2021 DANJAQ, LLC AND MGM. ALL RIGHTS RESERVED

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