En cualquier otra circunstancia, mi marcada y nada disimilada querencia para con la figura y el legado de la magistrada Ruth Bader Ginsburg me llevaría a escribir una larguísima disertación. No obstante, tras ver la película On the Basis of Sex (Mimi Leder, 2018), me gustaría centrarme en un aspecto que sobre el que se suele pasar de puntillas; es decir, el tremendo favor que una de las mentes legales más claras de cuántas han pasado por la historia de la abogacía mundial nos hizo a los varones.
Normalmente, a Ruth Bader Ginsburg se la identifica con la lucha en contra de cualquier tipo de discriminación basada en género. Sin embargo, fue el caso Weinberger contra Wiesenfeld, 420 U.S. 636 (1975) el que puso sobre la mesa que quienes habían redactado una y mil leyes discriminatorias contra las mujeres terminaron por discriminar, también, a las personas de su mismo sexo.
Visto con la perspectiva que dan los años, queda claro que todos aquellos varones “de pro”, secundados por sus no menos honorables esposas, solo pretendían defender un sistema social que, además de beneficiarles, situaba a cada uno en lugar que les correspondía, según su rancia mentalidad, claro está. Ya tuvo que ser denigrante admitir alumnas, con A, en las sacrosantas aulas de la Universidad de Harvard, como para, luego, permitir que las tituladas en cuestión llegaran a trabajar en un bufete de abogados que se tildara de respetable.
Esto explica la razón por la que Ruth Bader Ginsburg no pudo ejercer la profesión para la que se había estado preparando, tras haber pasado por las universidades de Harvard y Columbia -y no para fregar platos- amén de ayudar a su marido, uno de los mejores abogados especializados en impuestos que ha habido, cuando éste enfermó, mientras terminaba sus estudios de Derecho.
Fue, precisamente, la magnífica y sólida relación que tenía con su pareja la que le llevó a descubrir el caso Weinberger v. Wiesenfeld, 420 U.S. 636 (1975) y, gracias a él, empezar a dinamitar un sistema que, ya en la década de los setenta, no solo era injusto, sino absolutamente irracional.
On the Basis of Sex es una película que no solamente sirve para reivindicar a una persona que hace mucho tiempo que traspasó su área de influencia profesional para ocupar un papel dentro de la cultura contemporánea, sino para entender todo lo que se ha avanzado y lo que queda por conseguir. La discriminación, sea cual sea, es mala para la sociedad. Más, cuando sus argumentos son tan torticeros y lamentables como los que se exponen en esta película. Ni siquiera cuando se agarran a “la letra de la ley” resultan convincentes muchos de los leguleyos que pululan por la narración cinematográfica.
La duda que todavía me embarga está relacionada con el razonamiento que impedía que una mujer pudiera trabajar en un bufete, entre las décadas de los cincuenta a los setenta del pasado siglo XX, en los Estados Unidos de América. Por favor, si hay algún abogado en la sala, que me lo explique…
Imagino que cuando Ruth Bader Ginsburg llegó al Tribunal Supremo de su país, de la mano del Presidente William Jefferson Clinton, los cimientos del Aula Magna de la Universidad de Harvard se resquebrajaron, pero ese día del año 1993 el mundo cambió, el suyo y el nuestro.
El caprichoso destino y el implacable paso del tiempo se han confabulado para que un persona tan capital como ella, sobre todo por los vientos reaccionarios y totalitarios que sacuden el mundo actual, fallezca justo cuando quienes ocupan la Casa Blanca y las principales instituciones oficiales de los Estados Unidos de América estén embarcados en una batalla por favorecer los abusos, las desigualdades y el totalitarismo de clases mientras desatienden el cuidado de sus ciudadanos frente a la pandemia que sigue sumando víctimas, día tras día.
Lo que dichos esperpénticos seres no entienden, ni lo harán nunca, es que ellos SOLO ocuparán unas líneas en las páginas de la historia universal contemporánea, mientras que Ruth Bader Ginsburg ocupa y ocupará páginas enteras en esos mismos libros de Historia, tanto por su validez como profesional, defendiendo la letra de la ley, tal y como se debería defender, así como por su impronta personal, incapaz de subyugarse ante el mandato de quienes consideran que todos los demás estamos en el mundo para favorecerlos a ellos. Por eso, una película como On the Basis of Sex merece ser vuelta a tomar en consideración, en el más amplio sentido de la palabra.
Termino con las palabras del presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América, John Roberts, al igual que lo hace la abogada Cruz Sánchez de Lara en la columna que firma para el rotativo El Español: Nuestra nación ha perdido a una jurista de talla histórica; en la Corte Suprema hemos perdido a una querida colega. Hoy lloramos, pero con la confianza de que las generaciones futuras recordarán a Ruth Bader Ginsburg como la conocimos: una incansable y resuelta defensora de la justicia. 1
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2020
© 2020 Amblin Partners, Participant Media and Robert Cort Productions
Notas:
1.- Sánchez de Lara, C. (2020, September 20). En la muerte de Ruth Bader: «God save us!» El Español. Retrieved September 20, 2020, from https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20200920/muerte-ruth-bader-god-save-us/522067793_12.html
Cruz Sánchez de Lara Sorzano es abogada, presidenta de THRibune, Tribune for Human Rights (www.thribune.org) y diplomada en Estudios Avanzados en Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Derecho Humanitario por la American University de Washington.

Imagen 1:
Cartel español de la película © 2020 Amblin Partners, Participant Media and Robert Cort Productions

Imagen 2:
Los dos protagonistas principales, Ruth Bader Ginsburg (Felicity Jones) y Martin Ginsburg (Armie Hammer), en la película On the Basis of Sex (Una cuestión de género) © 2020 Amblin Partners, Participant Media and Robert Cort Productions