Les voy a contar una historia, una historia protagonizada por una de esas escasas personas que, con su trabajo y entrega, ennoblecen su profesión, sea cual sea ésta. Una de esas personas a las que se les puede llamar profesional, con mayúsculas. Una de esas personas dispuestas a sacrificar incluso su descanso para comer, con tal de lograr que su trabajo responda a las expectativas más exigentes. Una de esas personas que cualquiera quisiera tener como compañero de trabajo.
Sin embargo, vivimos en una época en la que los mandamases económicos y algunos cargos políticos -o sea, quienes tienen y/o manejan el capital- mandan y, supuestamente, organizan a una enorme caterva de mamarrachos endomingados para que limpien su basura y, de paso, sean el blanco de todas las críticas. Una época en la que, con la cuenta de resultados en la mano, con estadísticas y curvas que son inmunes a cualquier desaliento, como los que las enarbolan, se destruyen carreras profesionales con la misma facilidad que se tira el papel en el váter, una vez que se terminan de hacer las necesidades fisiológicas. Una época en la que personas como Walter Mitty están condenadas a sufrir los abusos de unos “lameculos” y/o “abrazafarolas” profesionales que, ni en un millón de años, serán tan buenos profesionales como lo es él.
Acabar, por ejemplo, con la mítica revista Life, icono de modernidad, vanguardia y periodismo de actualidad durante décadas, pero hacerlo sin tener en cuenta su pasado y su legado, para transformarla en una publicación online que pretende esconder dicho legado, es sólo una consecuencia de los tiempos en los que vivimos. Nadie negará, y menos cuando esta columna se publicará en la página web de una Fundación Cultural, que la realidad ha cambiado y las cosas ya no son como antes.1
Otra cosa muy distinta son los modos, las maneras y esa enfermiza obsesión por parte de quienes llegan como “emisarios del cambio” por tratar de ser más cínicos, tiranos y mentecatos que aquéllos que no tienen las agallas de hacer el trabajo sucio que les correspondería. Son tan miserables que, ni tan siquiera, son capaces de articular un discurso coherente. Todo se les va en querer ser “graciosos” ante personas como Walter Mitty, cuando ni tan siquiera saben el terreno que están pisando.
Más les valdría hacer sus deberes, conocer la historia de la empresa, empleados y la trayectoria del lugar en el que están, antes de presumir de lo bien que hacen las cosas, con sus trajes mal cortados, sus corbatas estridentes y sus modales de taberna de puerto depauperada, aunque presuman de todo lo contrario.
¿Creen que exagero? Pues si así lo piensan, mejor que hablen con personas que han pasado por lo mismo que pasó el personaje principal de esta historia y que vieron cómo cualquier imberbe cretino les despidió con una sonrisa de anuncio ramplón y, encima, pareció que les estaba haciendo un favor.
En el caso de Walter Mitty, su destino final estaba condicionado por la desaparición del negativo con la última portada de la revista física, una imagen obra del mítico fotógrafo Sean O’Connell, versión contemporánea del no menos mítico Robert Capa (Endre Ernő Friedmann, 1913-19549.). O’Connell, una de las pocas personas que entiende, reconoce y valora el trabajo de Walter al frente del archivo fotográfico de la revista, será el detonante del cambio vital y anímico que sufrirá el personaje principal.
Es entonces cuando la rutinaria vida de Walter se transforma en una carrera contrarreloj y contra la adversidad, la cual le llevará hasta la lejana Groenlandia, lugar desde donde el fotógrafo viajó a Islandia y, una vez allí, esperar la erupción del volcán Eyjafjallajökull. Los esfuerzos de Walter se verán coronados por el fracaso, dado que, salvo por el hecho de presenciar la furia de un volcán, en primera persona, y escuchar a su amiga Cheryl dando la réplica al mismísimo David Robert Jones (1947-2016), no logra contactar con O’Connell. Esto, como es lógico pensar, le supone ser el blanco de las iras de quien tiene el poder de terminar con su carrera y, con ello, ser fulminantemente despedido. Llegados a este punto, cualquiera hubiese tirado la toalla, pero Walter Mitty, no, sobre todo porque, cuando ya no tienes nada que perder, la vida se ve de otra forma. De ahí que, cuando encuentra otra pista relacionada con el paradero del fotógrafo, de con sus huesos en las heladas montañas de Afganistán.
Al final, la respuesta estaba en el regalo de cumpleaños que O’Connell le envió a Walter, justo cuando la historia comienza, pero que el segundo pasó por alto. Ésta, en forma de negativo, el cual se transformará en la última portada de la revista, es una soberana patada en las partes pudendas para todos aquellos que se creen que están en posesión de la verdad absoluta, además de los mandarines políticos de rigor, que mejor que se estuvieran callados, sobre todo en momentos como los que estamos viviendo en la actualidad.
Quizás la secuencia que mejor demuestra la miseria moral de todas esas personas que rodean al personaje principal en el momento de la transición es aquélla en la que Walter Mitty le pregunta a Ted Hendricks, uno de los botarates anteriormente citados, si conoce el motto de la revista y el segundo le responde, sin tan siquiera pestañear, “I’m lovin’ it”, eslogan publicitario de la empresa de comida rápida McDonald’s. Su actitud, su semblante y su misma gestualidad resultan del todo insultantes y demuestran que, hasta para limpiar la basura, hay ser un buen profesional, y no un mediocre como Hendricks.
Una vez que Walter y Cheryl ven la portada antes comentada -olvidando así el amargo regusto que les ha dejado el encuentro con alguien tan nauseabundo como Ted Hendricks- entenderán que todavía queda espacio para la esperanza, a pesar del sinsentido en el que estamos viviendo en este mundo globalizado, donde cada vez importa más “tomar el dinero, arrasar con todo lo que se encuentre y correr” en vez de preocuparse por las personas y sus necesidades.
The secret life of Walter Mitty, basada en un relato corto del mismo nombre publicado en 1939 por James Grover Thurber (1894-1961), es una de esas extrañas películas que te devuelven la esperanza y te animan a no dejarte vencer por las adversidades, por muy extremas que éstas puedan ser. Además, la película, escrita y dirigida por Ben Stiller -muy lejos de sus papeles de payaso extremo y visceral-, reivindica la persona, sus querencias y sus ganas de ser diferente frente al comportamiento tribal o “de rebaño”, donde todo el mundo tiene que hacer lo mismo, acompañado de las mismas personas y a la misma hora, como si diferenciarse fuera un pecado de lesa humanidad.
En su viaje iniciático, similar al que Joseph John Campbell (1904-1987) describe en su libro The hero with a thousand faces (1949), Walter descubre que nunca debió olvidar aquellas cosas que eran importantes en su vida, porque, sin ellas, su espíritu siempre estará cojo e incompleto, por mucho que la sociedad trate de hacerte ver lo contrario. Lo importante es la persona y no lo que se espera de ella, su papel en la sociedad y tonterías por el estilo. Esas frases hechas se quedan en los memorandos de esperpentos como Hendricks, por lo menos hasta que alguien les despida y les demuestre, entonces, que él es tan prescindible como el que más, por mucho que su ensoñación no le deje ver el mundo en el que está.
¡Ah, se me olvidaba! El motto de la revista Life era el siguiente: “To see the world, things dangerous to come to, to see behind walls, draw closer, to find each other, and to feel. That is the purpose of life.”
Nota:
1-. La revista Life, fundada en el año 1883 por el tandem John Ames Mitchell y Andrew Miller, se publicó semanalmente hasta el año 1972. Después, durante unos años solamente se publicaron números especiales (1972-1978) y más tarde, de manera mensual hasta el año 2000, momento en el que la publicación dejó de aparecer de forma periódica.
© Eduardo Serradilla Sanchis, Heksinki, 2021
© 2021 © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.
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The secret life of Walter Mitty, cartel promocional# 1 (EUA) © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.

The secret life of Walter Mitty, cartel promocional# 2 (EUA) © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.

La Vie rêvée de Walter Mitty, cartel promocional# 3 (Francia) © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.

The secret life of Walter Mitty, cartel promocional# 4 (EUA) © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.

Imagen 1: Walter Mitty (Ben Stiller) en una imagen de la película The secret life of Walter Mitty © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.

Imagen 2: Cheryl Melhoff (Kristen Wiig) y Walter Mitty (Ben Stiller) en una imagen de la película The secret life of Walter Mitty © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.

Imagen 3: Walter Mitty (Ben Stiller) y Sean O’Connell (Sean Penn) en una imagen de la película The secret life of Walter Mitty © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.

Imagen 4: Cheryl Melhoff (Kristen Wiig) en una imagen de la película The secret life of Walter Mitty © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.
Imágenes 5 y 6: Imagen de la última portada de la revista Life y detalle de dicha portada, con la fotografía de Walter Mitty (Ben Stiller) trabajando durante su pausa para la comida. Sirve para rendir homenaje a todas las personas que trabajan entre bastidores, como él, y además pone el punto y final a la película The secret life of Walter Mitty © 2021 Twentieth Century Fox, TSG Entertainment, Samuel Goldwyn Films, Red Hour Films, New Line Cinema, Big Screen Productions, Down Productions and Ingenious Media.