Imágenes, volúmenes y, además, palabras

8 junio, 2021

Imágenes, volúmenes y, además, palabras

8 junio, 2021

Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate de Gene Wilder

Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate de Gene Wilder

WILLY WONKA Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE DE GENE WILDER

De un tiempo a esta parte, suele ser habitual que me siente delante del teclado de mi ordenador para escribir sobre la carrera de un determinado creador/a -que acaba de fallecer y/o del que se celebra algún tipo de aniversario relacionado con su carrera- independientemente de la disciplina en la que éste destacara. No obstante, también se está convirtiendo en una suerte de regla “no escrita” el que centre mi tiempo y mis conocimientos en escribir acerca de personas que nunca destacaron lo que yo considero que debieron y, si lo hicieron, tampoco fue por aquello que, personalmente, creo que fue lo mejor dentro de su trayectoria profesional, sino por una serie de caprichosas casualidades que poco o nada tienen que ver con la validez de una determinada creación artística.

Todo esto se puede aplicar, en especial en nuestras latitudes, a la carrera del actor, escritor, director y comediante Jerome Silberman (1933-2016) conocido por su nombre artístico Gene Wilder. Su carrera estará siempre ligada al nombre del director, guionista y actor Mel Brooks (Melvin Kaminsky, 1926-), a la del también actor y genial comediante Richard Franklin Lennox Thomas Pryor (1940-2005) y, por antonomasia, a la película The Woman in Red (1984). La película protagonizada por la súper modelo Kelly LeBrock (1960-) la dirigió y guionizó el propio Wilder, luego de adaptar Pardon Mon Affaire (1976), por el también actor y escritor francés Yves Robert (1920-2002)

Si me ciño a la relación con el siempre desmedido y demoledor en sus “dobles lecturas” -pero, no por ello, igualmente genial- Mel Brooks, aún recuerdo la primera vez que vi Young Frankenstein (1974). En ella, Wilder, magníficamente secundado por Martin Alan Feldman (1934-1982) -irrepetible actor tristemente desaparecido hace varias décadas, que interpretó al siempre esquivo y sibilino Igor, pronunciado como Eye-gore en contraposición al empeño del doctor Dr. Frederick Frankenstein por llamarse Fronk-en-Schteen- daba la réplica al descendiente del mítico científico y visionario de una forma diametralmente opuesta a lo que se había visto en la pantalla hasta ese momento. Sobra decir que la complicidad y el gusto por la improvisación del actor británico fallecido en el año 1982 mientras rodaba Yellowbeard (Melvin «Mel» Damski) queda palpable en la relación con Gene Wilder, quien llegó a confesar que siempre había tenido en mente a Martin Feldman cuando desarrollaba el proyecto junto con Mel Brooks.

Young Frankenstein, escrita al alimón por el tándem Brooks/ Wilder, contó, además, con Teri Ann Garr (1944-) y con el simpar Peter Lawrence Boyle (1935-2006) -dando la réplica a Inga y el monstruo, respectivamente- para completar parte de un reparto que logró darle una vuelta de tuerca allí donde la habían dejado el trabajo y la impronta de Universal Pictures Corporation, durante de la década de los años treinta del pasado siglo XX.

No es de extrañar, por lo tanto, que los defensores de la antigüedad y del legado de la película protagonizada por William Henry Pratt (1887-1969) -más conocido por su nombre artístico, Boris Karloff- y dirigida por James Whale (1889-1957) en el año en 1931 consideraran Young Frankenstein (1974) un auténtico sacrilegio. Esta polémica, tan artificial como innecesaria, en nada menoscaba la actuación de Gene Wilder, histriónica, surrealista, delirante, pero, a todas luces, magnifica y expansiva en todos los sentidos y que, a la postre, supuso un antes y un después en la carrera del actor.

Pocos años después del estreno de la película de Mel Brooks, el actor comenzó otra larga trayectoria compartiendo cartel y guion con el excesivo, incisivo y no menos desmedido Richard Pryor, actor con quien Wilder nunca terminó de cimentar una sólida relación entre iguales, dado el gusto por los excesos del cómico afroamericano, en todas las facetas de su vida, en especial aquellas relacionadas con sus adicciones a los estupefacientes. Esto no quiere decir que su relación no fuera provechosa, en especial para Gene Wilder, quien luego de conocerlo y empezar a trabajar junto a él entendió la validez del arte de la improvisación delante de una cámara y cómo dicha herramienta podía ser decisiva en el repertorio de cualquier comediante que se vanagloriara de serlo.

Sin embargo, la entrega que demostraría Pryor durante el rodaje de su primera colaboración con Wilder se desvaneció durante el problemático y abrupto rodaje de Stir Crazy, película dirigida en el año 1980 por el actor y director, activista y diplomático Sidney L. Poitier (1927-), que a punto estuvo de naufragar en repetidas ocasiones y que demolió parte de la relación entre ambos actores, relación que luego, en sus dos siguientes colaboraciones, ya no sería la misma, ni personal ni profesionalmente hablando.

Silver Streak (1976) -en nuestro país, El expreso de Chicago– continúa siendo mi preferida, a pesar de ese sensacional disparate mayúsculo que es See No Evil, Hear No Evil (1989), surrealista comedia que bien la pudieran haber firmado los inmortales e inimitables hermanos Marx. La película dirigida por Arthur Hiller (1923-2016), director igualmente responsable de See No Evil, Hear No Evil, tiene todos los ingredientes para no darle al espectador un momento de tregua y, además, Pryor estuvo mucho más centrado y mucho menos desmedido como luego que estuvo en algunas de sus tres siguientes colaboraciones. Casi se diría que se empeñó en el que proyecto saliera como al final salió y, encima, se divirtió sin necesidad de tener que recurrir a ninguna de sus notables salidas de tono derivadas, mayoritariamente, de sus adicciones. Además, la química entre la pareja protagonista, junto con Jill Clayburgh (1944-2010) y Scatman Crothers (Benjamin Sherman Crothers, 1910-1986), termina por desembocar en una de esas películas que, a día de hoy, merecen la pena ser revisadas y valoradas en su justa medida.1

En cuanto a See No Evil, Hear No Evil baste decir lo siguiente: ¿a quién se le ocurre poner a una persona invidente a los mandos de un vehículo, si lo que se pretende es escapar de una situación comprometida?…

Dicho esto, y sin querer desmerecer el trabajo del actor, las dos películas que más me han gustado de su filmografía, ahora y en su momento, son anteriores a su colaboración con Mel Brooks y Richard Pryor y, sobre todo, una de ellas pasó totalmente desapercibida.

Dirigida por Stanley Donen (1924-2019) en 1974, The Little Prince es una de esas películas musicales que no sólo respeta la letra original en la que está basada su guion; es decir, la novela del escritor francés Antoine Marie Jean-Baptiste Roger, Comte de Saint-Exupéry (1900-1944), sino que la lleva un paso más allá, en especial por lo acertado del reparto, en especial Wilder -en el rol de “Zorro”- y el bailarín, coreógrafo y director Bob Louis Fosse (1927-1987) en el papel de “la serpiente”.

Fosse, además de demostrar su versatilidad como bailarín, deja claro que Michael Joseph Jackson (1958-2009) no inventó nada nuevo -por lo menos, nada que el galardonado coreógrafo originario de la ciudad de Chicago (IL) no hubiera desarrollado antes-, independientemente de lo sobresaliente de la composición gestual y bocal del músico norteamericano cuando este saltó al estrellato.

Volviendo a Wilder, la recreación de una criatura asustadiza, pero inteligente y esquiva a partes iguales, tendría que haber tenido muchos más halagos -como la misma producción-, pero la historia del séptimo arte está llena de buenas películas que pasaron sin pena de gloria, dado el nivel de ignorancia de una sociedad y de una supuesta canallesca especializada que ni ella misma se entiende.

La segunda, una mis películas favoritas desde que la pude ver por primera vez, sí que tuvo mayor aceptación en el mundo anglosajón y en el resto del globo. Dicho esto, con el cambió de título que sufrió en nuestro país, la película desvirtuó y ocultó el nombre del verdadero protagonista de la historia, amén de situarla en un estadio de conocimiento y aceptación que no era, ni mucho menos, al que pertenecía.

Willy Wonka & the Chocolate Factory (1971) pasó a llamarse Un mundo de fantasía, una estratagema publicitaria por parte de los distribuidores patrios para emparentar la película de Mel Stuart (Stuart Solomon, 1928- 2012) con las producciones de la factoría Disney que se estrenaban en aquellos instantes. Esto fue un craso error, más si se tiene en cuenta que el autor de la obra original en la que está basada la película, Roald Dahl (1916-1990), era el polo opuesto a los edulcorados, conservadores y rancios planteamientos de los que hacían gala las producciones Disney de aquella época.

Sea como fuere, la interpretación del incalificable Willy Wonka -quien vive alejado del mundanal ruido dentro de su mítica factoría, rodeado de los Oompa-Loompas- que desarrollara Wilder no sólo llevó al personaje escrito por Roald Dahl a formar parte del imaginario de varias generaciones, tanto por el compromiso personal del actor para con el personaje como por la difusión que con su trabajo logró la obra de Roald Dahl fuera del ámbito geográfico y el idioma en el que se concibió. Como muestra de todo esto, un botón… bueno, una tableta de chocolate: la idea de la primera secuencia en la que aparece Willy Wonka en la pantalla fue desarrollada visual y gestualmente por Gene Wilder.2

Cierto es que, con el paso de los años, la película quedó un tanto olvidada y no fue hasta el estreno de la versión dirigida por Timothy “Tim” Walter Burton (1958-) e interpretada, en su papel principal, por John Christopher “Johnny” Depp II (1963-), en el año 2005, cuando el personaje y la historia volvieron a sonar y/o aparecer en los medios de comunicación de masas, sobre todo en países como el nuestro donde la impronta de autor británico así como de sus escritos nunca ha sido la misma en el resto del mundo, un hecho que se debería incluir en el debe formativo de quienes han nacido y se han criado en España.  

Dicho esto, para una generación, la que fue a ver la película en el momento de su estreno -y/o cuando se repuso en los cines, algunos años después-, la imagen de aquel personaje que, al perder su bastón, cae, da una voltereta y se levanta, tal cual, para luego invitarnos a conocer su maravillosa factoría de chocolate, permanecerá imborrable.

No me olvido, como podría, de mi “frustración infantil” cuando ninguno de mis compañeros de colegio sabía lo que era un Oompaa-Loompa… En realidad, tampoco me debió extrañar entonces, dado que yo era el “raro” – “freak”, en el lenguaje moderno- y, en vez de perder el tiempo dándole patadas a un balón, prefería estar leyendo en mi tiempo libre y/o yendo al cine a ver películas como la protagonizada por Gene Wilder.

Y, qué quieren que les diga, prefiero haber forjado los recuerdos de mi infancia -y luego del resto de mi vida- con la impronta de Gene Wilder interpretando a Willy Wonka o a aquel tímido zorro que le enseña algunas lecciones al pequeño príncipe, y no dejándome llevar por las mismas querencias que marcaron a otros tantos integrantes de mi generación. Puestos a pedir, tampoco me hubiese importado acompañar a George Caldwell y Hilly Burns en su viaje a lomos del Silver Streak, junto con Grover T. Muldoon y Porter Ralston, de camino a la ciudad del viento, sabiendo como termina todo. ¿Se apuntan?…

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2021

Notas:

1-. Although I liked Roald Dahl´s book Charlie and the Chocolate Factory, I wasn´t sure if I wanted to play Willy Wonka. The script was good, but there was something that was bothering me. Mel Stuart, the man who was going to direct the movie, came to my home to talk about it.

“What´s bothering you?”

“When I make my first entrance. I´d like to come out of the door carrying a cane and then walk toward the crowd with a limp. After the crowd sees that Willy Wonka is a cripple, they all whisper to themselves and they became deathly quiet. As I walk towards them, my cane sinks into one of the cobblestones I´m walking on and stands straight up, by itself… but I keep on walking, until I realize that I no longer have. I start to fall forward, and just before I hit the ground, I do a beautiful forward somersault and bounce back up, to great applause”.

“… Why do you want to do that?”

“Because from that time on, no one will know if I´m lying or telling the truth.”

Mel Stuart looked a little puzzled. I knew he wanted to please me, but he wasn´t quite sure about this change.

“You mean―if you can´t do what you just said, you won´t do the part?”

“That´s right,” I answered.

Mel mumbled to himself,” …comes out the door, has a cane, cane gets stuck in a cobblestone, falls forward, does a somersault, and bounces back up… “He shrugged his shoulders. ¡Okay!”

Extracto de capítulo dieciocho del libro Kiss me like a stranger. My search for love and art, “New York, New York”, escrito por Gene Wilder en el año 2005.

Wilder, G. (2005). Kiss me like a stranger. My search for love and art (1st ed.). St. Martin´s Press.

2-. There was one scene in Silver Streak that I thought might be its Achiles’ heel ― When I´m in the men´s room putting on shoe polish, trying to pass as black. Before casting started, I told Laddie (Alan Ladd, jr.) that I thought there was only person who could play that scene with and keep it from being offensive, and that was Richard Pryor. Laddie said, “That´s who we want”.

I met Richard in Calgary, Canada, the night before our first scene together. We were both checking in the Holiday Inn reception desk when we saw each other. No high jinks, no trying to be funny ― just a very warm handshake and an expression of admiration for each other´s work.

At six o´clock in the evening, on the day before our big “shoe polish scene” in the train station, Richard and I went to the men´s room with our director, Arthur Hiller, to rehearse the next morning´s work. We started going through the lines of the scene ― very lightly ― and Richard suddenly went somber. Arthur Hiller didn´t notice it, but I knew Richard fairly well by then, and I knew there was something churning inside of him.

After the rehearsal Richard and I walked across the Street to the Royal York Hotel where we were both staying.

“What is it?”

“Nothing. Too late.”

“Just tell me what it is.”

“It´s too late, Gene.”

“Tell me.”

“I´m going to hurt a lot of black people.”

“How?”

“Doesn´t matter. It´s too late.”

“I´m in room 1504, Richard. If you change your mind, just call me.”

“Good night.”

Fifteen minutes later the phone rang.

“This is Richard. You mind if I come down and talk with you?”

Richard came to my room.

“White man comes into the toilet to pee, see you wearing shoe polish, think you´re black, naturally, ´cause that´s how niggers look.”

“Richard, did you read this scene before we started rehearsing today?”

“I guess I must´ve, but it didn´t mean anything to me then. Sometimes I get somebody to read scenes to me.”

“What would you like the scene to be?”

“Should be a black man who comes in to pee, sees you, knows right away you´re white, sees you trying to keep time to the radio music, and says, ’I don´t know what your problem is, mister ―but you gotta keep time.’ “

“That´s a better scene” I said.

I picked up the phone and called Arthur Hiller. That night he hated a black actor. The next morning we shot the scene just the way Richard described it, and the movie didn´t shut down. 

The Concise Oxford Dictionary

Sullen: passively resentful, gloomy-tempered, not responding to friendliness or encouragement, melancholy.

If the dictionary had added, “brilliantly funny, often exhibiting warmth and affection” … it could have been defining Richard Pryor.

Extracto de capítulo veintidós del libro Kiss me like a stranger. My search for love and art, “Crisis in black and white”, escrito por Gene Wilder en el año 2005.

Wilder, G. (2005). Kiss me like a stranger. My search for love and art (1st ed.). St. Martin´s Press.

Imagen 1: Igor (Marty Feldman); el doctor Frederick Frankenstein (Gene Wilder) e Inga (Teri Garr) en una imagen de la película Young Frankenstein © 2021 Stanley Bielecki movie collection/ Getty Images. All Rights Reserved.

Imagen 2: Gene Wilder y Kelly LeBrock en una imagen promocional de la película The Woman in Red © 1984 Orion Pictures.

Imagen 3: De dcha., a izda: Scatman Crothers, Richard Pryor, Gene Wilder y Jill Clayburgh en una imagen tomada durante un descanso del rodaje de la película Silver Streak © 1976 Frank Yablans Presentations, Miller-Milkis Productions and Twentieth Century Fox.

Imagen 4: Wally (Richard Pryor) y Dave (Gene Wilder) en una imagen de la película See No Evil, Hear No Evil © 2021 TriStar Pictures, a member of the Sony Pictures Motion Picture Group. All Right Reserved.

Imagen 5: El Principito (Steven Warner) y el Zorro (Gene Wilder) en una imagen de la película The Little Prince © 2021 Paramount Pictures.

Imagen 6: Charlie (Peter Ostrum) y Willy Wonka (Gene Wilder) en una imagen de la película Willy Wonka & the Chocolate Factory © 1971 Wolper Pictures.

Imagen 7: Willy Wonka (Gene Wilder) y sus Oompas Loompas: Rudy Borgstaller, George Claydon, Malcolm Dixon, Rusty Goffe, Norman McGlen, Pepi Poupee, Marcus Powell y Albert Wilkinson en una imagen tomada durante un descanso del rodaje de la película Willy Wonka & the Chocolate Factory © 1971 Wolper Pictures.

Portada de Charlie and the Chocolate Factory © 2021 Penguin Books Limited. A Penguin Random House Company.

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